¿Llegó el momento de hablar abiertamente del clasismo que se vive en México?

El 21 de marzo de este año, con motivo de la inauguración del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, se desató en México una intensa discusión entre los detractores y los simpatizantes del gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador, quien llegó a la presidencia del país impulsado por un movimiento político que se alinea con causas de izquierda y populares

Y aunque la realidad de dicha afiliación es sumamente debatible, desde varias aristas, es innegable que López Obrador es un presidente con un notable apoyo popular, que se ha ganado la simpatía y la militancia de personas pertenecientes a los estratos desfavorecidos de la sociedad mexicana. Por su parte, él mismo tiene un “estilo personal de gobernar” en el que sí pueden apreciarse ciertos rasgos de izquierda aunque, de nuevo, esta afirmación merecería debatirse.

Para completar este contexto cabe agregar que López Obrador es el primer presidente “de izquierda” en la historia contemporánea de México. Desde que ocurrió la llamada “alternancia” en el año 2000, cuando Vicente Fox interrumpió con su triunfo en las urnas más de 70 años continuos de dominio político del Partido Revolucionario Institucional (la “dictadura perfecta” de la que habló Vargas Llosa en un celebre coloquio), México había sido gobernado únicamente por presidentes emanados del Partido Acción Nacional, de orígenes católicos y alineado a la derecha, y durante un sexenio por Enrique Peña Nieto, quien hizo volver al PRI a la presidencia del país. El menos desde 1970 el PRI ha perdido poco a poco los componentes ideológicos populares con los que surgió y puede considerarse sumamente ambiguo y difícil de situar en el espectro político pero, por su manera de actuar y gobernar, difícilmente podría decirse que tiene interés genuino en defender causas populares.

En este contexto, la presidencia de López Obrador ha tenido el efecto en la sociedad mexicana de volver públicos problemas que antes sólo se discutían sotto voce, en la intimidad de las pláticas personales y a veces ni siquiera eso, sino que se disimulaban o se hacía como si no ocurrieran. 

Uno de esos problemas es el clasismo, una forma de discriminación sumamente presente en México y cuyo origen se remonta a las raíces mismas de la constitución del país. El sometimiento que el Imperio azteca ejerció sobre otros pueblos, la Conquista, el pasado colonial, el camino accidentado que se vivió como país independiente, las querellas entre liberales y conservadores del XIX, el Porfiriato, la Revolución, la apropiación que hizo de esta el PRI… La historia de México lo tiene todo para haber configurado una sociedad clasista en la que persiste una creencia un poco ingenua de que sólo hay ricos y pobres, que en esa dicotomía todo lo que puede asociarse con riqueza es mejor y que todo lo relacionado con las clases bajas debe denostarse, ocultarse, superarse, etcétera. 

En cualquier época de la historia de México es posible encontrar ejemplos cotidianos del desprecio con que se ha considerado a esos sectores desfavorecidos (los cuales, irónicamente, han integrado siempre el grueso de la población del país), ejemplos del desprecio a los nacos, los pelados, los indios y las indias, los prietos, los léperos, las Marías, los macehuales, las chachas, los gatos, los charros… Una posible diferencia del momento en que vivimos es que dicha discriminación se está convirtiendo en tema de debate público. 

Dicho movimiento en la opinión pública es indisociable del contexto político. Aun cuando la denominación “gobierno de izquierda” no se aplica sencilla o llanamente a la presidencia de López Obrador, no se puede negar que por su persona o el movimiento político que encabeza se coloca en un lugar ideológico opuesto a aquel de donde emanaron los presidentes en México de al menos las últimas 2 o 3 décadas. El lema con el que triunfó en las elecciones, “Primero los pobres", aunque puede ser criticado desde varios ángulos tiene fundamento en la realidad, pues puede decirse que López Obrador simpatiza genuinamente en el discurso con los sectores de la sociedad mexicana desprotegidos históricamente, aunque a su muy particular manera.

Este giro hacia la izquierda en el discurso público puede tener efectos interesantes y más amplios además del que señalamos. Pero quizá sea ya una ganancia importante que ciertos fenómenos como el de la discriminación por razones de clase o posición social, además del desprecio que genera hacia personas específicas, abandone las sombras para ocupar un lugar en la palestra pública y en discusiones que se sostienen todos los días, desde la mesa del café y el lugar de trabajo, hasta los medios de comunicación o instancias púbicas y privadas de mayor trascendencia para la vida del país.


Artículo publicado originalmente el 23 de marzo de 2022. Actualizado el 15 de noviembre de 2022.


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Imagen de portada: Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, una de cuyas zonas fue sede de la Feria de la Mezclilla de Nextlalpan / Twitter

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