En meses recientes, el costo de la vida en Europa se ha elevado significativamente, en buena medida como consecuencia de una situación: el conflicto entre Rusia y Ucrania.
Si bien los efectos de dicha circunstancia se han resentido en todo el mundo (particularmente a nivel de la cadena de suministros global en productos como la energía y los cereales), el hecho de que el enfrentamiento se desarrolle en suelo europeo hace que los países vecinos sean los primeros en padecer sus consecuencias, acaso con mayor intensidad.
En particular, los países europeos han estado sufriendo cierto desabasto energético como parte de las medidas del gobierno de Vladimir Putin para ejercer algún tipo de presión geopolítica en países como Francia, Alemania o el Reino Unido y, a manera de efecto dominó, incluso Estados Unidos.
Recordemos que buena parte del gas que se consume en la Europa continental proviene de fuentes rusas, factor que Putin ha aprovechado para contener el apoyo a Ucrania por parte del bloque de los países que conforman la OTAN.
Dicho juego de poder ya está afectando a los menos involucrados, en particular a las personas comunes y corrientes que debido a la escasez de energéticos han visto un alza generalizada en los productos de consumo de todos los días, comenzando por la gasolina, las tarifas de electricidad y alimentos tan básicos como el pan o las pastas, así como otras mercancías igual de indispensables.
En Francia este martes hubo marchas en varios puntos del país, convocadas especialmente por los sindicatos nacionales pero a las cuales se agregaron algunas universidades y escuelas públicas. Estas protestas se suman a otras ocurridas el domingo anterior, y todas han tenido como motivo principal los efectos de la inflación en la economía doméstica.
En el Reino Unido, trabajadores de diversos sectores (de los puertos, postales, la industria cervecera y del sector médico, entre otros) se encuentran en huelga o en planes de iniciar una porque exigen el pago de salarios atrasados.
Por otro lado, en Alemania, pilotos de la compañía aérea Lufthansa comenzaron una huelga de tres días por sobrecarga de trabajo.
Otras protestas también ocurrieron en ciudades de Hungría, República Checa y Bélgica en días recientes. En Hungría, principalmente por parte de estudiantes y padres de familia, quienes se han sumado a la inconformidad que sostienen los maestros del país en demanda de mejores salarios. En República Checa y Bélgica las protestas tuvieron como motivo el alza en el precio de los combustibles, con la particularidad de que en Bélgica casi setenta mil trabajadores conformaron el grueso de los manifestantes.
No es posible saber hacia dónde derivará todo este descontento, pero quizá pueda ser el inicio de otro tipo de manifestaciones populares.