Mucha gente afirma que hoy se lee menos que en épocas anteriores. Casi siempre esta afirmación está argumentada bajo la lógica de que todo tiempo pasado fue mejor. ¿Pero es cierto que la gente ya no lee? Tal vez la pregunta debería ser diferente: ¿qué le gusta leer a la gente? ¿Cómo y dónde le gusta leer? ¿Prefieren leer en papel o en dispositivos electrónicos? ¿Qué es más barato?
Responder estas preguntas es muy importante para saber si en verdad la gente lee menos que en años anteriores. Además, la cantidad no es más importante que la calidad de lo que se lee. Y otro elemento a considerar es si se comprende lo que se lee, poco o mucho.
No importa qué leamos: novela, poesía, artículos científicos, noticias, publicaciones en redes sociales… ¿Qué podemos hacer para tener una mejor comprensión lectora y optimizar toda la información que recibimos constantemente en el día a día?
Aunque parezca muy simple, los signos de puntuación son una herramienta básica para la comprensión lectora, para enunciar y aclarar ideas, y para separar en un espacio físico las palabras. Pasa lo mismo cuando escribimos; aunque hablamos con pocas pausas, el ejercicio de la escritura nos obliga a ser más reflexivos y pensar qué escribimos y cómo; si vale la pena continuar una oración, si usamos una coma, si es punto y seguido o punto y aparte. Al momento de la lectura, todo esto cobra más relevancia.
La lectura se ha vuelto una actividad bastante mecánica; normalmente no nos preguntamos quién inventó los signos de puntuación, ni cómo se establecieron las reglas para usarlos. El uso de los signos de puntuación está muy estandarizado, pero hace pocos años se comenzó a cuestionar cuántos espacios es necesario dejar después de cada punto. Esto con el fin de optimizar el tiempo de lectura, además de que se considera el tiempo que pasamos leyendo en una pantalla, por lo que un doble espacio entre oraciones sería mucho más amigable con la vista.
La decisión del espaciado entre oraciones es tema de amplio debate, en especial entre los miembros de la Asociación Americana de Psicología, la institución que rige los criterios de redacción para publicaciones de revistas científicas.
Sin embargo, hasta 2018 no existían pruebas empíricas para comprobar si en verdad es mejor usar dos espacios en lugar de uno después de cada oración. En un estudio publicado en 2018, los participantes realizaron una tarea de mecanografía para evaluar el uso del espaciado y se hizo un experimento de seguimiento ocular para evaluar el impacto que tenía el espaciado de los signos de puntuación en el rendimiento de la lectura. La comprensión lectora no se vio afectada por el doble espaciado de los signos de puntuación, mientras que el registro del movimiento ocular sugirió que el doble espaciado facilitaba la lectura.
Según explican los investigadores responsables de este estudio, la importancia de los espacios tienen una relación directa con la mecánica del ojo y con lo que nos lleva a hacer una pausa mientras leemos. El espacio adicional pareció hacerle más fácil a los lectores separar oraciones, además de que entra en el alcance de la visión periférica mucho antes de que los ojos del lector terminen la oración, de tal manera que los lectores sabían con anticipación cuándo iba a acabar una frase. Como resultado, el tiempo de lectura disminuyó en un 9%.
Puede ser que un 9% no sea gran cosa, pero cuando ese dato se pone en perspectiva dentro de un contexto en el que necesitamos leer más y más rápido, el doble espaciado se vuelve un atributo positivo.
Usar o no doble espaciado es un tema muy debatido; hay quienes lo juzgan innecesario, hay quienes ven en ello un gran beneficio. Las opiniones están muy polarizadas y son subjetivas, pues cada quien tiene un ritmo diferente de lectura y preferencias al momento de leer, ya sea en dispositivos electrónicos o en papel.