El maravilloso mundo de los hongos y, particularmente, de sus filamentos vegetales -o micelios-, ha sido objeto de numerosos trabajos científicos y documentales en tiempos recientes. Los hongos tienen poderosas aplicaciones en la medicina, desde modular el sistema inmune y la inflamación hasta posiblemente sanar enfermedades como la depresión y la ansiedad. Ahora se sabe también que tienen aplicaciones en el campo de la bioenergía, el reciclaje de recursos y la creación de materiales más ecológicos para el comercio. Pero pese al boom del estudio del reino fungi, lo que sabemos sobre este reino es apenas la punta del iceberg. En realidad, gran parte de la vida de los hongos ocurre debajo de la tierra, en las redes de interacción de los micelios.
Hace poco se hizo un descubrimiento fascinante. Se sabe que los hongos se comunican a través de señales eléctricas que siguen una serie de patrones. En un análisis matemático de estos patrones, liderado por el profesor Andrew Andrew de la University of the West of England, se encontraron pautas sumamente similares a las que se encuentran en el lenguaje humano.
Ya se sabía que los hongos tienen una red de comunicación a través de filamentos subterráneos, similar a las células nerviosas que en los seres humanos posibilitan la transmisión de mensajes. Al parecer, los ritmos de los impulsos eléctricos se modifican cuando los hongos se encuentran con bloques de madera. Según explica The Guardian, esto sugiere que emplean este lenguaje para comunicar información sobre alimentos o sobre lesiones en las partes remotas de sus filamentos.
Según los investigadores, la actividad eléctrica se asemeja a un relativamente complejo "vocabulario" de hasta 50 "palabras" distintas. Los científicos creen que los picos de actividad eléctrica pueden configurarse como una serie de elementos sintácticos de coordinación similares a los de las palabras que empleamos los humanos. Incluso hablan de "oraciones".
Otros científicos critican este trabajo y señalan que se trata solamente de metáforas para describir un complejo proceso de comunicación que no tiene el mismo sentido que el lenguaje humano. No obstante, los descubrimientos siguen apilándose en favor de la maravillosa complejidad de los hongos.
Uno de los micólogos más entusiastas, el etnobotánico Terence McKenna, famoso, entre otras cosas, por escribir una guía para cultivar hongos mágicos en casa, desarrolló la quizá no tan estrambótica teoría de que la evolución del lenguaje humano se debió a la ingesta de hongos con psilocibina en las planicies de África hace miles de años. McKenna incluso jugó con la idea de que el hongo era una inteligencia cósmica, una "voz de las estrellas". Quizá existen formas de inteligencia muy distintas a la humana y que se comunican de maneras que evaden el lente antropocéntrico.