Cuando se menosprecia algún género musical, suele decirse: “esto no es música”. Pero si aquello suena, tiene tempo y sentido, la declaración se vuelve un tanto retórica. Seguramente, se dijo lo mismo de Beethoven o del rock and roll. A medida que se niega o critica la calidad de cierto fenómeno, también se le indica, nombra, construye e identifica la otredad.
El rap nace del ejercicio de pinchar discos. Y tiene un punto en común con la cultura jamaicana del sound system. Gracias a las fuerzas del universo, los jamaicanos tenían esa concepción de que la música se compartía en el barrio; costumbre que se fue expandiendo en el mundo. El pre DJ se llamaba SELEKTA (el mismísimo King Tuby fue uno de ellos), y su labor era pinchar discos, para que la gente improvisara con frases sobre las líneas rítmicas y melódicas.
Pero el ímpetu del rap no se queda en eso. También se asocia a la figura del MC (Maestro de ceremonia), que logra malabares lingüísticos llenos de consonancias y quiebres métricos. Se dice que los raperos son poetas y se alaba su sentido del lenguaje. Esto es sin duda la puerta de entrada al entendimiento.
Dice así rima y beat
el Jedi contra el Sith
Symphony sin fin
con un cuchillo y tu garganta
aprendería a tocar violín
búsqueda de la palabra pa' mí,
vos queriendo ser feliz
con método Will Smith
mascaras fuera de aquí
esto es de escribir y speed, no más,
se que soy mi propio Judas
existo por tener dudas
sigo la estela de los budas
vivo vidas raudas
y demasiado cortas
si en tus asuntos mandas,
el resto no importa
todo sana, nada asara,
el ritmo mueve
Rapiphero – Noiseferatu
Sin embargo, hay algo que siguió su curso en el rap sin tantos halagos: el arte del beat. Tomar una canción y fragmentarla dentro de una AKAI MPC, para generar una pieza que va más allá (sí, en la música, todo se vale). El ejemplo más notable es J Dilla, un beat-maker de otra galaxia, que pasó solo treinta y dos años en el planeta Tierra. Nacido en Detroit, Michigan, este productor desarrolló a tal punto el beat que basta con escuchar sus cortes instrumentales para caer en cuenta de qué tratan y cuáles son sus implicaciones estéticas. De hecho, algunos se volvieron un genero en sí (Lo fi Chill Beats):
El desarrollo del beat en el rap es una mezcla tan virtuosa que es comparable desde su ética y técnica con aquel momento en que los cineastas se dieron cuenta de que el montaje paralelo aumentaba exponencialmente las posibilidades narrativas de una historia (con D. W. Griffith en El nacimiento de una nación (1915)). También tiene un correlato con el quiebre artístico que implica tomar algo ya creado, señalarlo como obra de arte y, así, reinterpretarlo (Marcel Duchamp, Andy Warhol).
Este movimiento permeó en todo tipo de cultura. Los samples de los beats que inicialmente fueron sacados del soul y el r&b, dieron la vuelta al mundo. De pronto hasta el último rincón musical podía ser un sample y construir una figura auténtica con un mensaje que en líneas generales se refiere a cosas próximas, sociales y experienciales. Es difícil encontrar alguna lucha social o un movimiento que no tenga su visión rap. Hay algo que suena y no le importa si la tildan de música o no.
Si quieres escuchar más sobre Poemas para rapear (y escuchar estos poemas completos), no te pierdas el capítulo número 15 de la tercera temporada de Tufillo de poeta.
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Imagen de portada: Chase Fade / Unsplash