Cielos cargados de diciembre: astronomía y astrología de un mes definitivo

La mejor noticia del mes de diciembre para muchas personas es que concluye el 2020, un año que será recordado históricamente como muy complicado y quizá como el inicio de una nueva etapa en la civilización humana.

El mes de diciembre tiene dos eventos que por si solos serían extraordinarios. Primero, el 14 de diciembre ocurrirá un eclipse total de sol que podrá verse en su totalidad sólo en Chile y Argentina y de manera parcial en otros países de Sudamérica y África. Este será el único eclipse total hasta diciembre de 2021, y en ese caso, el eclipse no será visto más que desde el océano. 

Segundo, y ciertamente lo más extraordinario y, desde la perspectiva de la astrología, lo más trascendente, la Gran Conjunción de Júpiter y Saturno el 21 de diciembre de 2020, el día más oscuro del año. Esta será la conjunción más cercana desde 1623 entre los dos grandes gigantes planetarios y el inicio de un ciclo de doscientos años en signos 

La conjunción entre Júpiter y Saturno ocurre cada veinte años aproximadamente y desde tiempos antiguos, al menos desde hace dos mil quinientos años (y quizá mucho más), ha sido vista como el evento más importante de la astrología. En este caso eso es algo especialmente acentuado, pues la conjunción cambia de elemento. Las conjunciones de estos planetas tienen ciclos de doscientos años y se producen en un signo del zodiaco de cierto elemento. El periodo pasado ocurrió en el elemento tierra y en esta ocasión inicia un ciclo en aire, siendo la primera conjunción en el grado cero de Acuario.

Los astrólogos tradicionalmente le han atribuido todo tipo de eventos históricos a esta conjunción: inicios o caídas de imperios, nacimientos de profetas (incluidos Jesús y Mahoma) y también plagas y cataclismos. La variedad de estos fenómenos tiene que ver fundamentalmente con que se trata del encuentro de los dos planetas más poderosos de nuestro sistema solar, según la astrología helenística que es la base de la astrología que se practica no sólo en Occidente sino en la India y en otros países asiáticos (aunque con algunas importantes diferencias, por supuesto).

Para la astrología tradicional, desde Babilonia, Júpiter (junto con Venus y a veces el Sol) es considerado el gran benéfico, el planeta que expande la alegría, la salud y la sabiduría. Saturno (junto con Marte) es el gran maléfico, el planeta de la restricción, los límites, la maduración del karma, el enfrentamiento con la responsabilidad, la necesidad de simplificar las cosas pero en cierta forma también de la integridad moral, de la profundidad del pensamiento, de la acción basada en las raíces y –en el defecto de todo esto– del sufrimiento. Júpiter fue ligado con los emperadores, los políticos, los médicos, los hombres de leyes, los maestros espirituales; Saturno, en cambio, con los hombres melancólicos, enfermos, solitarios, desafortunados, y acaso también con hombres estudiosos, capaces de penetrar pacientemente los últimos misterios en la soledad y el sacrificio. La Gran Conjunción es el encuentro de los dos grandes opuestos y puede ser una especie de conjunción alquímica o la imposición de un planeta sobre otro y un evento aciago. Lo que determina esto es el conjunto de factores asociados, principalmente el signo zodiacal en el que se produce la conjunción y la dignidad de los planetas involucrados en consideración también a los aspectos planetarios.

En este caso, el encuentro ocurre en el signo de Acuario, domicilio de Saturno y un signo, pese al esfuerzo del new age por edulcorar la astrología para hacerla popular y digerible para las masas, ligado con las limitaciones y las restricciones y no con las cualidades positivas que le proyecta la astrología moderna de paz y amor y revolución espiritual. La astrología tradicional mantiene que esta conjunción indica una era regida por Saturno, de mayor control y aislamiento del ser humano (probablemente por la tecnología y por aspectos "aéreos" como virus, etc.) y con inevitables dificultades para la humanidad. Saturno es "maléfico", lo cual no debe leerse desde una perspectiva moralista, sino objetivamente como procesos de enfermedad, dureza, sequedad, restricciones, contracción y demás cosas de las cuales también está hecha la vida y que son necesarias para el crecimiento. O, si no, para morir, pues también es necesario que haya muerte para que la vida siga. Y hay que saber morir, esta es también la sabiduría de Saturno. 

Una anticipación de esta conjunción ya se presentó a finales de marzo, abril y parte de mayo, con una órbita no exacta pero con una anticipación de lo que veremos, si bien buena parte de ese periodo, que fue el de la intensificación de la pandemia, estuvo teñido por la presencia de Marte en una triple conjunción nefasta. Posteriormente, estos planetas entraron en movimiento retrógrado. Así que al menos la conjunción del 21 de diciembre estará libre de un aspecto con el planeta rojo. De cualquier manera, la Gran Conjunción determina largos periodos, así que no se debe esperar algún tipo de acontecimiento inmediato. 

El mes de diciembre concluye con un cielo pleno. La luna llena de diciembre ocurrirá el día 30 a las 03:23 a. m. tiempo universal, así que cerraremos el año al menos con luz lunar. Será la luna de Cáncer, en oposición al sol en Capricornio. Y con esto finalmente concluirá el año y podremos tomar un respiro, aunque quizá no por mucho tiempo, pues las siguientes décadas presentan un reto inexorable para la humanidad. 

 


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