Ópera de Barcelona reabre con un público de plantas

La ópera regresó a Barcelona con un público diferente, acaso más sensible y ciertamente más sensato: las plantas. Se trató sin duda del concierto más interesante en mucho tiempo (al menos los tres meses o más que ha durado la cuarentena).  

El Gran Teatre del Liceu llenó sus 2 292 asientos con plantas que fueron agasajadas con la obra Crisantemi de Giacomo Puccini, seguramente de su interés o comprensión. Todos sabemos que las plantas sienten la música. Las plantas llegaron de diferentes viveros y serán donadas a distintos lugares, incluyendo hospitales. Los asientos llenos de espectadores verdes, tranquilamente gozando de la bellísima música de Puccini, sin duda serán una de las postales más peculiares de estos tiempos.

En todo esto se apercibió una idea genial: la música es tan importante como cualquier otra cosa. Ciertamente más que el futbol, que acaba de regresar también en la ciudad de Barcelona, algo así como la meca de este deporte en tiempos recientes.

El Liceu explicó que se trató de un acto simbólico cuyo fin era defender el valor del arte y de la naturaleza al mismo tiempo. Un mensaje sumamente apropiado, pues de alguna manera, si es que habrá futuro y si es que ese futuro será digno, en gran medida será por estas dos cosas, por la naturaleza y el arte, y por el cuidado que les demos.

 

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