El origen de la felicidad es la gratitud, según estudio

De acuerdo con los psicólogos Robert Emmons de la Universidad de California y Michael McCullough de la Universidad de Miami, ambas en Estados Unidos, la práctica de la gratitud tiene efectos no sólo emocionales sino también fisiológicos, particularmente en el funcionamiento del cerebro. 

En un estudio recientemente realizado, los investigadores le pidieron a una tercera parte de un grupo de voluntarios llevar un registro de las cosas que les sucedían durante 1 semana y de las cuales estaban agradecidos; a otro tercio, escribir todos aquellos eventos que les molestaban; al tercio restante les pidieron que relataran situaciones diarias o eventos que no les provocaban ningún efecto emocional, ni positivo ni negativo. Finalmente, a la décima semana, a todos los grupos se les pidió darle seguimiento a cómo se sentían física y generalmente sobre su vida. 

 

La gratitud puede provocar cambios positivos y significativos en una persona

Mientras que el grupo que reportó emociones y sentimientos neutrales o negativos tenía mayores visitas al doctor, los que reportaban gratitud se encontraban más optimistas y positivos en sus vidas. De hecho, se halló que enfocarse en emociones positivas y de gratitud puede mejorar la calidad del sueño y reducir los sentimientos de ansiedad y depresión, además de que los niveles de gratitud tuvieron una relación directa con mejores estados de ánimo, menor fatiga e inflamación (lo cual redujo la presencia de enfermedades cardiovasculares). 

Los psicólogos descubrieron que los cambios significativos producto de la gratitud comenzaban en el cerebro. En otro estudio realizado por investigadores de la Universidad de California y Los Ángeles, también en Estados Unidos, se investigó la actividad cerebral usando imágenes de resonancia magnética conforme los sujetos sentían gratitud al recibir regalos. Hubo un incremento de actividad en las áreas cerebrales de la corteza cingular anterior y la corteza prefrontal medial, ambas asociadas con la cognición tanto social como moral, la empatía y el valor del juicio. 

Se concluyó que la emoción de la gratitud apoya en el desarrollo de una actitud positiva y de empatía hacia otros, además de brindar una sensación de alivio ante estresores. Esto se debe a que la gratitud activa el hipotálamo, lo cual tiene un impacto positivo en el metabolismo, el estrés y otras conductas. Es decir, regula las hormonas responsables de muchas funciones críticas, como la temperatura corporal, las respuestas emocionales y funciones de supervivencia como el apetito o el sueño. De hecho, la gratitud libera neurotransmisores como la dopamina, la tan conocida hormona del placer. 

 

La gratitud, del cuerpo a la vida cotidiana

En palabras de Emmons y McCullough:

Una simple intervención escrita de gratitud estuvo asociada con una sensibilidad neuronal con mayor duración e intensidad -los sujetos que participaron en la carta de gratitud mostraron tanto conductas como una mayor modulación neuronal relacionadas con la corteza medial prefrontal 3 meses después-. 

De hecho, los efectos duraderos son fisiológicamente protectores. En adolescentes, los sentimientos de gratitud han mostrado una correlación inversamente proporcional a la victimización del bullying y riesgos de suicidio. La gratitud afecta al funcionamiento del cerebro en un nivel químico y en su práctica promueve sentimientos de autoestima y compasión por otros. 

 

Respecto de este tema compartimos esta nota relacionada, sobre distintas formas de practicar la gratitud día con día.

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