Como sociedades en un crecimiento acelerado, es inevitable pensar en cómo nuestras costumbres de consumo han implicado un impacto significativo en distintos niveles: desde el estilo de vida de las personas y la calidad (de vida) de la mano de obra hasta la biodiversidad del planeta. En la última década, a este fenómeno de fabricación masiva de ropa de moda económicamente accesible para la clase trabajadora se le llamó fast-fashion. Ahora, tras años de implementarse a lo largo y ancho del mundo, los científicos ponen las cartas sobre la mesa explicando los impactos sobre el planeta y la economía del bolsillo de cada usuario.
Por norma general, una prenda hecha dentro de las premisas del fast-fashion tiene una esperanza de vida de pocos años (máximo 2 años); sin embargo, su impacto sobre la naturaleza es considerablemente mayor. Se sabe que la industria de la moda es uno de los ejes tanto de abuso a derechos humanos (principalmente en países en desarrollo) como de contaminación más importantes del planeta. Por ejemplo, se sabe actualmente que la manufactura textil no sólo utiliza grandes cantidades de agua que se mezclan con ácidos, cloros, colorantes y otros químicos, sino que también termina derramándose en ríos, mares y océanos.
Frente a ello, activistas y especialistas han promovido una alternativa ética que implica regresar a los pasos de nuestros antepasados: llevar a cabo soluciones sostenibles que permitan prolongar la esperanza de vida de una prenda sin que ello implique un impacto significativo en el planeta durante su diseño, producción, consumo, uso y reuso. En otras palabras, el slow-fashion se ha convertido en una tendencia emergente que promueve un estilo tanto de vida como de consumo con rasgos éticos y sostenibles.
A continuación te compartimos las principales acciones del slow-fashion que combaten el consumismo exacerbado con un impacto considerable en el medioambiente y la calidad de vida de los trabajadores.
¿Cómo lograr que dure más la ropa?
Revisa los detalles. Para garantizar que la ropa tenga una mayor durabilidad, es importante invertir en una prenda con una buena calidad de manufactura.
No siempre lo más caro es sinónimo de buena calidad; por ello, es importante observar los patrones y las costuras. Si se ven flojos o desgastados, no es recomendable comprar esa prenda, porque su esperanza de vida es pequeña.
Elige marcas éticas. Muchas de las marcas éticas están basadas en valores de cumplimiento de los derechos humanos y garantía de respeto al medioambiente. Además que este tipo de ropa puede llegar a ser el sustento económico de un artesano y su familia.
Reduce el consumo de prendas fabricadas con petróleos y químicos. Es recomendable reducir el uso de productos con base en fibras sintéticas como poliéster y nailon, ya que su fabricación contiene químicos en forma de partículas de microplásticos -los cuales terminan en los océanos y ríos en cada lavada de la ropa que se realiza-. En su lugar, elegir prendas con fibras naturales libres de pesticidas permitirá un consumo y mantenimiento sustentables.
Reduce la frecuencia con que lavas la ropa. Mientras más se lava, más rápido se desgasta. Sin olvidarnos de que, en promedio, una lavadora usa por lavada alrededor de 13 mil 500 galones de agua por año.
Frecuentemente acomoda la ropa en una pila, de manera que puedas identificar qué prenda es la que ya no utilizas, para prolongar su esperanza de vida al darle un nuevo uso. Es momento de darle rienda suelta a tu creatividad.
Da mantenimiento a profundidad a la ropa (incluidos los zapatos). Desde parches hasta usar productos naturales para prevenir los malos olores.
En general, el slow-fashion es un estilo de vida que procura el cuidado tanto de uno como del medioambiente. De modo que bastaría tan sólo girar a ver a nuestros antepasados para llevar a cabo un estilo de vida más ético en torno a la moda y el medioambiente.
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