Amazon se ha convertido en la compañía más poderosa del mundo. Su poder reside no sólo en su capital y en sus ingresos, sino sobre todo en su modelo, en su paradigma. Amazon tiene la capacidad de copiar rápidamente cualquier producto exitoso y al mismo tiempo tiene la capacidad de destruir casi cualquier producto, pues al ser la tienda del mundo puede alterar las condiciones con las que ese producto se vende en su tienda.
Durante años Amazon ha sido una suerte de misterio, operando de manera distinta a algunos de los otros gigantes de Silicon Valley, obsesionada en seguir creciendo más que en dar resultados a los inversionistas. Un fascinante artículo de The Atlantic devela la personalidad y las motivaciones de Jeff Bezos, el CEO de Amazon, que recientemente ha figurado en las noticias por su interés en el mundo de Hollywood. Según muestra el periodista Franklin Foer, la gran motivación de Bezos es el crecimiento, pero visto de una manera darwiniana y con un toque espacial. Bezos parece creer que la Tierra está por llegar a un punto de quiebre en el que será imposible seguir creciendo y seguir innovando. Para ello será central poder colonizar el espacio, habitar el Sistema Solar y desarrollar una civilización espacial.
Jeff Bezos es fanático de la serie Star Trek y particularmente del capitán de la USS Enterprise, Jean Luc-Picard. Cuando se la ha preguntado por qué no es tan generoso como otros multimillonarios, ha dicho que su empresa Blue Origin, cuya intención es poner a millones de personas en el espacio (porque "la Tierra sólo es el inicio"), es la más grande filantropía. Con Blue Origin, Bezos busca llevar a cabo el proyecto del físico de Princeton Gerard K. O'Neill, quien en el libro The High Frontier argumenta en favor de mudarnos al espacio. Bezos coincide y cree que sólo colonizar el espacio puede permitir que sigamos creciendo. Lo que teme no es la destrucción, sino que dejemos de innovar.
O'Neill imaginó colonias espaciales dentro de tubos cilíndricos flotando entre la Tierra y la Luna, en los que se podría sostener un mundo similar al de la Tierra con la ayuda de la tecnología. Como señala Foer, Bezos ha "creado un prototipo de un tubo cilíndrico habitado por millones, se llama Amazon".
Actualmente Amazon tiene más de 600 mil empleados, en cada momento hay más de 600 millones de artículos vendiéndose en su sitio. Con el historial de compras, tiene la radiografía más precisa del deseo del consumidor y con su apuesta por la Big Data y la inteligencia artificial tiene el poder de anticiparse a esos deseos. Con sus aparatos electrónicos y asistentes personales tiene abierta la puerta para implementar un capitalismo de vigilancia a niveles insospechados. La empresa, a diferencia de otros gigantes, es cuidadosamente controlada por Bezos y existe en imagen y semejanza a su personalidad. Es por esto que resulta interesante saber cuáles son sus motivaciones. Bezos parece querer salvar el planeta llevándonos al espacio. Pero como resulta ya lugar común en estos casos, surge la siguiente pregunta: ¿qué sucedería si todos esos recursos, toda esa inteligencia, toda esa ambición se pusieran no en seguir creciendo y escapar de la Tierra sino en cuidar lo que se tiene, en conservar lo que ya existe, en compartir la riqueza, en darle valor al origen, más que a la incierta empresa de exploración y desarraigo? Después de todo, ha sido ese mismo deseo de crecer sin brida lo que nos ha puesto en este aprieto.