Un alarmante reporte estadístico recopilado por la dependencia de salud pública en Inglaterra revela que las personas en ese país están consumiendo grandes cantidades de fármacos prescritos, como benzodiazepanes, opiáceos, antidepresivos, ansiolíticos u otros. Estas cifras son similares a las que se presentan en otros países como Estados Unidos, que vive una crisis aún más alarmante de adictos, particularmente a los opiáceos.
Las autoridades consideran alarmantes las cifras particularmente porque las personas que están consumiendo estas sustancias lo hacen en muchos casos durante más de 1 año o varios años, cuando en algunos casos no es muy seguro consumirlas por períodos tan largos.
Se encontró, por ejemplo, que hay más de 1 millón de personas consumiendo derivados de opio que llevan haciéndolo por más de 1 año, lo cual rebasa el límite de tiempo que pueden consumirse estos fármacos sin que impliquen un serio riesgo para la salud.
En el caso de los antidepresivos, el estudio arrojó que existe más de 1 millón de personas que consumen estos fármacos que llevan haciéndolo por más de 3 años. Aunque estas sustancias son consideradas más seguras que los opiáceos, su uso a largo plazo, para las autoridades, sugiere una dependencia. El consumo prolongado de fármacos, indudablemente, es un serio problema de salud y una de las áreas más oscuras, pues supone en muchos casos una colusión entre médicos y farmacéuticas que se benefician de la cronificación de ciertas condiciones. O, cuando no una colusión, en muchos casos sí al menos una reticencia a ofrecer tratamientos alternativos.
Con información de la BBC