Sobre los importantes beneficios de leer en voz alta

Durante miles de años la humanidad no conoció la lectura en voz baja, pero leyó o recitó textos oralmente. Se ha dicho que Aristóteles tenía la rara capacidad de leer libros sin tener que emplear esclavos para que leyeran en voz alta. San Agustín se admiró de que su maestro San Ambrosio tenía la inusitada capacidad de leer libros para sí, en voz baja. En uno de sus diálogos, Platón ya había cuestionado si la palabra escrita significaría un detrimento de la memoria de las personas, ilustrando esto con el mito del regalo de la escritura que recibió el rey Thamus del dios Theuth (o Tot); el rey había sugerido que en el futuro las personas solo aparentarían saber pero no sabrían realmente, al depender del texto escrito.

Lo anterior sólo para recordarnos la prominencia original del lenguaje oral, que es el lenguaje poético y en muchos sentidos el lenguaje eficaz, capaz de producir una cierta energía debido al ritmo y a la entonación. Actualmente hemos perdido la tradición de leer en voz alta, salvo en el caso de cuando se le lee a los niños o en momentos excepcionales. Pero existen múltiples beneficios con respecto a la lectura en voz alta, algunos de tipo estético y otros de tipo mnemónico. Es conocido que aprendemos más fácil un texto cuando éste es cantado o recitado.

Como recupera el periódico La Vanguardia, la autora Meghan Cox dice en su libro The Enchanted Hour:

El tiempo que pasamos leyendo en voz alta no se parece a ningún otro. Una milagrosa alquimia sucede cuando alguien le lee a otra persona, una alquimia que convierte las cosas ordinarias de la vida ‒un libro, una voz, un lugar donde sentarse y un poco de tiempo‒ en un alimento increíble para el corazón, la mente y la imaginación

[...] Sería un error relegar la lectura en voz alta tan sólo al territorio de la infancia. Los adolescentes y adultos a quienes se les lee no reciben tanta atención por parte de la comunidad científica, pero es incuestionable que también se benefician de ello intelectual, emocional, literaria e incluso espiritualmente. Para los exhaustos adultos de mediana edad, cuya atención está en mil sitios, tomarse tiempo para leer en voz alta puede ser como aplicar una loción calmante en el alma. Para los más mayores, sus efectos pueden ser consoladores y vigorizantes, como tomarse un tónico reconstituyente o una medicina.

Leer en voz alta permite percibir más intensamente las emociones y también, compartir la lectura, hacer de los libros un evento en nuestras vidas. Se trata de un llamado al poder y la belleza del lenguaje oral aunado, por supuesto, a la lectura y a los libros, que son los grandes depositarios de la inteligencia y el conocimiento del mundo.

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