¿Tu IQ puede predecir el éxito que tendrás en la vida?

El IQ o CI (cociente intelectual) es una medida de inteligencia general que se ha utilizado durante los últimos 100 años como un estándar psicométrico. Aunque el argumento de algunos autores de que la inteligencia es compleja y no puede medirse apropiadamente con un solo factor parece acertado, también es cierto que el IQ ha perdurado debido a que es una medida útil para predecir el éxito académico y, como veremos, también para predecir el éxito en general, ya sea económico, social o incluso, en materia de salud.

El libro seminal en este sentido es La curva de Bell, de Richard J. Hernstein y Charles Murray, un libro polémico que argumenta que el cociente intelectual tiene una correlación con la genética y, así, se ha comprobado que ciertas razas tienen mejores resultados de IQ. Este es un tema más delicado al cual no entraremos aquí, sólo cabe mencionar que los autores no dicen que los factores culturales y ambientales no influyen en el IQ, sino que éste está determinado tanto por la genética como por el ambiente. Un ejemplo en este sentido: la nutrición puede hacer que una persona alcance mayor estatura, pero nadie pensaría que una persona de baja estatura, digamos un hombre 1.60m, pueda tener un hijo de 2m de alto, por más que su hijo tenga la mejor nutrición del mundo. Igualmente se ha notado que personas de muy alto IQ suelen tener hijos también de alto IQ, lo cual es sentido común.

Hernstein y Murray argumentan, en base a un metaanálisis estadístico, que el IQ es mejor predictor de los resultados de un individuo que el nivel socieconómico de sus padres. Por ejemplo, si tomamos a una persona que nace entre el 5% de las familias más ricas o entre el 5% de las personas con más alto IQ y vemos cómo está su vida a los 40 años, la persona con alto IQ suele estar mejor parada en términos de salud, éxito profesional y social, felicidad o bienestar, etc. El IQ es más valioso que el dinero.

En términos generales los individuos con más alto IQ suelen ser menos pobres, suelen estar más educados, tener trabajo, tener menos divorcios, pasar menos tiempo en la cárcel y demás indicadores que sugieren que el IQ ciertamente es importante para adaptarse a la sociedad y alcanzar lo que de manera convencional llamamos "éxito". Ello no debe sorprendernos, ya que la medida es un estándar de las facultades cognitivas con las cuales se ha diseñado nuestra sociedad.

Ahora bien, es importante mencionar que las personas no son estadísticas y que la complejidad del mundo y de la mente humana hace que puedan existir otros factores importantes para el éxito y para la felicidad. Por ejemplo, el doctor Jordan Peterson cita estudios que muestran que el tipo de personalidad conocida como "industriosa", aquella que se caracteriza por ser ordenada y diligente, no tiene una correlación con el IQ, pero al igual que el cociente intelectual sirve para predecir con cierta precisión el éxito de un individuo. Podemos mencionar seguramente también que la llamada "inteligencia emocional", utilizando el término de Daniel Goleman (la cual, a grandes rasgos, es una capacidad de leer o inteligir las emociones de las personas y conectar emocionalmente -aunque no tiene una medición estadística estándar-), seguramente también predice el éxito, al menos social. Y ya que el ser humano es un ser social, y que la misma salud y la felicidad están determinadas en gran medida por nuestras relaciones íntimas, se podría argumentar que la inteligencia emocional es igual de importante que el IQ. Otro factor a considerar es la llamada eudaimonía, que es algo así como la felicidad que proviene no de las cosas materiales sino de una vida con propósito o significado. Diversos estudios muestran que las personan que reportan sentir que su vida tiene un propósito regulan de manera positiva el sistema inmune. Es altamente probable que también esto -la eudaimonía o el sentido existencial- pueda ser un predictor de éxito. El sentido existencial (meaningfulness, en inglés) es algo que hasta cierto puede ser innato en el individuo -usamos palabras como carácter, vocación o genio- pero mucho más que los indicadores previos es sobre todo algo que encontramos en la vida, explorando nuestra propia psique y la naturaleza que nos rodea. Ciertamente no somos esclavos de la estadística; la inteligencia innata importa, pero podemos encontrar una felicidad más profunda que lo meramente cuantitativo si logramos explorar el misterio que nos presenta nuestra propia psique y tenemos el valor de seguir lo que nos revela.

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