¿El alcohol te vuelve agresivo? Quizá necesitas leer este artículo

Tras décadas de investigación sobre los efectos del alcohol en el cuerpo, los científicos han por fin resuelto la enigma acerca de si esta sustancia facilita o promueve conductas agresivas en sus consumidores. Para el doctor Thomas Denson, de la Universidad de Nueva Gales del Sur en Australia, el alcohol está fuertemente relacionado con la agresividad desde un punto de vista neurocientífico; en consecuencia, descubrir ese “hilo negro” puede ayudar a desarrollar alternativas que reduzcan el daño asociado al consumo del alcohol.

Según la información observada en el estudio realizado por Denson, en donde a 50 hombres jóvenes se les pidió beber vodka o bebidas placebo –es decir, sin alcohol–, la actividad en la corteza prefrontal del cerebro disminuye significativamente después de dos bebidas alcohólicas. La corteza prefrontal es una región que regula las emociones frente a las conductas socialmente aceptadas, tal como la agresividad. En otras palabras, el alcohol inhibe la actividad de aquella fuerza que nos hace comportarnos de manera adecuada en una sociedad.

De hecho, las imágenes del escáner MRI mostraron en tiempo real el efecto del alcohol sobre el cerebro, principalmente sobre el flujo sanguíneo y la actividad en diferentes áreas. Gracias a ello se descubrió que “la provocación parece no tener ninguna influencia sobre las respuestas neuronales de los participantes” y que la actividad de la corteza prefrontal, principalmente del hipocampo –órgano indispensable del cerebro humano, relacionado con la memoria y los recuerdos–, disminuía significativamente.

En palabras del doctor Denson:

Si bien es verdad que los investigadores de este estudio promueven la idea de continuar analizando el tema a profundidad, su conclusión es un resultado bastante polémico que pone en duda la esencia del ser humano: ¿por qué existen múltiples reacciones ante un mismo estimulo o estimulante? En otras palabras, pareciera que en esta investigación se reduce el cuerpo a un resultado orgánico de las conexiones neuronales, las reacciones químicas y los conductos sanguíneos, ignorando por supuesto otros factores, como los rasgos de personalidad, el estado de ánimo, la diversidad de alcohol, la cultura, el clima, la zona geográfica y aquello que distingue a una persona de otra. Por lo tanto, ¿realmente el alcohol se encarga de volvernos agresivos? Quizá es una pregunta cuya respuesta requiere más humanidad que tan sólo un rígido marco científico.

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