El efecto placebo, investigado por primera vez en el siglo XVIII por el inglés John Haygarth y definido como ‘placebo’ en una publicación de The Lancet (1920) por T. C. Graves, es la respuesta positiva del cuerpo ante una sustancia o tratamiento que no posee propiedades terapéuticas activas. De acuerdo con los investigadores, se trata de un fenómeno tanto fisiológico como psicológico que permanece en el misterio, pues no se sabe exactamente cómo funciona realmente en el cuerpo humano.
Ahora, poco a poco se han ido realizando avances que develan la complejidad del efecto placebo. Entre ellos se encuentra la investigación de un equipo de la Universidad del Noroeste en EEUU, quienes observaron las imágenes de resonancia magnética –fMRI– de 98 voluntarios con osteoartritis crónica de rodillas, con el fin de identificar la región específica cerebral relacionada con el efecto placebo. En el estudio se encontró que el giro frontal medio es la región del cerebro que mayor estimulación muestra a la hora de activarse el fenómeno.
Para llegar a esa conclusión, los investigadores eligieron aleatoriamente a 39 voluntarios y usaron la mencionada técnica para identificar a aquellos que respondían positivamente al tratamiento. Los investigadores lograron identificar el 95% de las ocasiones en que estos voluntarios respondían al tratamiento de placebo, lo cual permitió no sólo eliminar de las pruebas clínicas a aquellos particularmente afectados por los placebos, sino también leer con mayor precisión la eficacia de las drogas en función de la contabilidad del efecto placebo.
En palabras del equipo de científicos, este tipo de investigación podría ayudar a “predecir a las posibles personas que responderían positivamente al placebo en una población que sufre de dolor crónico y así ayudar a desarrollar medicamentos personalizados y cimentar el éxito de las pruebas clínicas”. Es decir, al identificar la región específica del cerebro que se activa durante un período de dolor crónico, es posible desarrollar una droga o medicamento que ayude a reducir la actividad de este punto.
Desgraciadamente, la prueba se realizó con un grupo de control bastante pequeño y con dolor a largo plazo, por lo que, como explican los investigadores, es importante realizar un análisis en una población mayor y quizá con dolores aislados para comprobar su hipótesis. El objetivo de estos experimentos será entender por qué ocurre el efecto placebo en nuestros cuerpos.
Para Joe Hanson, de It’s Okay To Be Smart, “la eficacia del placebo se encuentra relacionada con nuestra percepción sobre lo sofisticado que es un tratamiento. Es salvaje –una cosa que no tiene un valor terapéutico puede funcionar mejor que aquella otra con valor terapéutico–”. De modo que podría decirse que se trata de una reacción de supervivencia del cuerpo para reducir la percepción misma del dolor, aguantar la insoportable realidad que puede agobiar a un individuo y liberar dosis sorprendentes de dopamina o de opioides. Para conocer más sobre el tema, dale clic al siguiente video.