Al comienzo de este siglo, Susan Sontag escribió que “las fotografías son un medio que dota de ‘realidad’ (o de ‘mayor realidad’) a asuntos que los privilegiados o los meramente indemnes acaso prefieren ignorar”. Si bien en ese fragmento de Ante el dolor de los demás Sontag reflexionaba a partir de las fotografías de la violencia bélica, los cuerpos mutilados y las casas en ruinas, su ensayo plantea una cuestión esencial para comprender cómo nos relacionamos con las imágenes del sufrimiento ajeno: estar exentos de éste necesariamente conlleva prejuicios por el mero hecho de ser observadores desde un mundo distinto.
Si bien los sujetos de Maya Goded —antes fotógrafa que cineasta— no son bélicos, sí encarnan una clase de violencia distinta. El suyo es un proyecto fotográfico de 20 años sobre marginación, sexo, maternidad, abuso y abandono. Retratos del barrio de La Merced, en el centro de la Ciudad de México, y sus mujeres dedicadas a la prostitución.
Ante las circunstancias, quienes están delante y detrás de la lente se vuelven confidentes, pero el documento fotográfico no deja de ser susceptible a la libre interpretación. Desprovisto de voz, el pie de foto queda a la suerte del espectador en turno.
Goded debuta como directora con Plaza de la soledad, documental sobre Carmen, Esther, Lety, Raquel y Ángeles, sexoservidoras de entre 50 y 80 años de edad en La Merced. No es posible un oxímoron más acertado: en el corazón de una inmensa ciudad en un país machista, estas mujeres son parias por mujeres, por viejas y por prostitutas. Tabúes por cuenta triple.
Sin embargo, luego de años de retratarlas, Goded trasciende su rol de mera observadora. Plaza de la soledad es un retrato íntimo y desprovisto de voz narradora que no sea la de sus protagonistas. No podría serlo de otra forma, pues es así como revela la paradoja en las vidas de estas mujeres: añoran el calor de un lazo auténtico para que, tal como lo hacen ante la cámara, puedan abrirse y contar sus tragedias reprimidas.
Son retratos dolorosos que, sin duda, hablan por muchas más mujeres. Pero, con mayor fuerza, se escucha su voluntad de amar y ser amadas. La barrera del tabú es superada por la intimidad y la dignidad de sus historias, casi como si ellas mismas nos las contaran frente a frente, acercándonos un poco más a sus realidades. Después de ello, ¿podemos seguir diciendo que somos indemnes?
Plaza de la soledad se proyecta en el Cine Tonalá de la Ciudad de México como parte del ciclo #MásCineMexicano, iniciativa para impulsar la distribución de producciones nacionales independientes. Estará en la cartelera durante todo el mes de mayo; puedes consultar las fechas y horarios de su proyección en este enlace.
Twitter del autor: @Lalo_OrtegaRios