En 1996 Trainspotting, en la voz de su protagonista Renton, la pegó con este monólogo:
Elige la vida. Elige un empleo. Elige una carrera. Elige una familia. Elige un televisor grande que te cagas. Elige lavadoras, coches, equipos de compact disc y abrelatas eléctricos. Elige la salud, colesterol bajo y seguros dentales. Elige pagar hipotecas a interés fijo. Elige un piso piloto. Elige a tus amigos. Elige ropa deportiva y maletas a juego. Elige pagar a plazos un traje de marca en una amplia gama de putos tejidos. Elige bricolaje y preguntarte quién coño eres los domingos por la mañana. Elige sentarte en el sofá a ver teleconcursos que embotan la mente y aplastan el espíritu mientras llenas tu boca de puta comida basura. Elige pudrirte de viejo cagándote y meándote encima en un asilo miserable, siendo una carga para los niñatos egoístas y hechos polvo que has engendrado para reemplazarte. Elige tu futuro. Elige la vida... ¿pero por qué iba yo a querer hacer algo así? Yo elegí no elegir la vida: yo elegí otra cosa. ¿Y las razones? No hay razones. ¿Quién necesita razones cuando tienes heroína?
Para muchos jóvenes este discurso capturó la sensación del Zeitgeist del momento, un irónico despertar del sueño falaz del capitalismo y el consumismo; preferir no participar en esta farsa de opción múltiple.
La versión actualizada para la película Trainspotting, que un crítico de The Guardian considera un tanto patética, dice:
Elige la vida. Elige Facebook, Twitter, Instagram y reza por que a alguien, en alguna parte, le importe... Elige desenterrar viejas relaciones, deseando que las cosas hubieran sido diferentes. Elige ver cómo la historia se repite. Elige tu futuro. Elige el reality TV, tildar de putas, porno de revancha. Elige un contrato de cero horas, un viaje al trabajo de 2 horas... y elige lo mismo para tus hijos, sólo que peor, y ahoga el dolor con una dosis desconocida de una droga desconocida hecha en la cocina de un desconocido. Y luego... intenta respirar profundamente... Eres un adicto, así que sé adicto. Sólo sé adicto a algo más. Elige a los que quieres. Elige tu futuro. Elige la vida.
Y sí, tiene razón el crítico de The Guardian: los creadores de Trainspotting 2 debieron haber "elegido" no repetir este monólogo, aunque éste al menos refleja bien el fastidio y la sequedad creativa de una crisis de madurez. Quizá les pasó (como señala uno de los personajes de la película original sobre Iggy Pop) que "lo tuvo pero lo perdió". La vida a los 46 no es como a los 25. Suele ser una versión de más baja calidad, un tanto pixeleada, especialmente cuando quemaste tus mejores cartuchos (y tus neuronas) en la juventud, persiguiendo los thrills del momento como si no hubiera mañana. Quizá este discurso simplemente es un reflejo de la progresiva estupefacción de nuestra sociedad, ya sea que consumamos drogas como el crack o la heroína o Facebook e Instagram.