Si te gustan cineastas como Alejandro Jodorowsky o Kenneth Anger, o si simplemente sientes curiosidad por acercarte a la cinematografía psicodélica y experimental, Salomé del cineasta Carmelo Bene es lo que estabas buscando.
Se trata de una adaptación (bastante libre) de la tragedia de Oscar Wilde publicada en 1891, basada en el relato contado en la Biblia. Para su director, con tan sólo seis películas realizadas entre 1968 y 1973, es su mejor obra.
La historia cuenta el conflicto de Salomé, princesa con gran poder e hija de Heródes, implacable y sanguinaria, que cae enamorada de Juan Bautista, quien se niega a ceder ante sus encantos y exigencias. Salomé, que se siente rechazada por primera vez en su vida, decide danzar para su padre y así conseguir su visto bueno para que le traigan la cabeza de su amor fallido.
Muchos aseguran que es casi imposible generar una sinopsis convincente de esta película hecha a partir de cortes rápidos, diálogos repetitivos y escenas fuera de contexto o sin aparente ilación. Entre sus escenas --y para darse una idea de por qué es recomendable no intentar verla en el trabajo-- aparece Jesucristo con fauces de vampiro intentando autocrucificarse, y hombres comiendo uvas del trasero de una mujer.
En su estreno en el festival de Venecia, ante una audiencia de 3 mil personas, suscitó tal violencia que la policía tuvo que intervenir para proteger a Bene (quien opinó que esa fue la única ocasión en las que los azules se pusieron de su lado). Cuando se le pidió definir su obra en una sola palabra la calificó como “degenerada”.
Salomé fue interpretada por la modelo estadounidense Donyale Luna, que previamente trabajó junto a Andy Warhol, William Klein, Federico Fellini y Otto Preminger (junto a Groucho Marx). Bene, quien también fue actor, trabajó bajo la dirección de Pasolini en Oedipus Rex pero destacó principalmente dentro del teatro y la ópera. Entre sus influencias se encuentran Gilles Deleuze, Salvador Dalí, Michel Foucault y Jacques Lacan, entre muchos otros.
Afortunadamente la película se encuentra disponible en línea y, aunque carece de subtítulos en español o en inglés, no es absolutamente necesario hablar italiano fluidamente para disfrutar de ella (aunque es deseable que conozcas la obra de Wilde):