Ante una fotografía, una de nuestras reacciones más comunes es pensar que se trata de un retrato fiel de la realidad. Un panorama, un hecho circunstancial, el rostro de una persona: la cámara da cuenta de aquello que de verdad existió en un momento preciso.
Con todo, con la experimentación propia del desarrollo de todo arte se encontró que la fotografía no es exactamente el reflejo de la realidad. Que, en el mejor de los casos, se trata de una mirada sobre la realidad. ¿Y qué pasa con la mirada? En términos sencillos, que siempre es subjetiva, diversa, intencionada, cambiante…
Decimos esto como antesala a un singular proyecto fotográfico de Ben Lamberty, en el cual el espectador se enfrenta a una serie de retratos de personas besándose. Sólo que la recepción no es tan simple, pues Lamberty propuso una pregunta que lo cambia todo: ¿en cuál de esas fotografías las personas besándose conforman una pareja real?
Sabemos bien que no todo lo que vemos es cierto y mucho menos en esta, nuestra época tan poblada de simulacros y montajes, pero… ¿qué tanto partimos de ese principio al tratar con la realidad? ¿Qué tanto nos aferramos a la idea de que ni nuestros sentidos ni nuestros prejuicios nos engañan?
Lamberty dio a conocer estas imágenes en 2013, y desde entonces nunca aclaró en cuáles las personas besándose eran pareja. Quizá nunca lo diga, porque a fin de cuentas la importancia del ejercicio es otra.
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