La escritora belga Amélie Nothomb tuvo una fascinante experiencia con la ayahuasca, o "yagé", a través de la cual podemos escuchar y aprender no solamente sobre los efectos fisiológicos de la sustancia --que en última instancia se pueden explicar bioquímicamente-- sino sobre la naturaleza de la curación que permite realizar en la conciencia, o lo que podemos denominar de modo muy laxo la relación mente-cuerpo.
A continuación algunos extractos acerca del testimonio de Nothomb (autora de novelas como Estupor y temblores, Una forma de vida y Matar al padre, la cual ocurre parcialmente en el festival Burning Man).
Mi nombre es Amélie Nothomb. Soy belga, soy escritora, escribo novelas de ficción. Vine aquí porque tenía un enorme problema: me odié a mí misma, durante muchos años. (...) Creo que la razón principal por la que me odiaba a mí misma es porque mi familia solía decirme que era fea... inteligente pero fea. Eso me hizo sentir muy mal. Incluso ser exitosa en la escritura no pudo curar eso.
(...)
Al principio sólo era una voz que me decía 'vamos, no eres tan mala'. Pero la cuarta ceremonia fue todo un evento. En esa ceremonia la madre-ayahuasca me tomó en sus brazos, me dijo que era su niña adorada, y me dio un amor que nunca me imaginé posible que existiera. Tuve una sensación profunda de ese amor durante 2 horas. Ella me cargaba en sus brazos. Y lo sentí en todo mi cuerpo, ese amor tan poderoso --que no tiene nada que ver con el amor humano, sabes, es en realidad el amor de una diosa; y seguía diciéndome 'eres mi niña adorada'... Así que sentir el amor de una diosa tan poderosa fue maravilloso para mi autoestima. Porque sé que no miente, sé que si dice que me ama es verdad, entonces hay algo que me ama.
En ese momento le pedí que me curara de mis enfermedades para estar bien.
Al yagé, como a muchas otras plantas de poder, los curanderos, chamanes y guías espirituales le suelen llamar con el nombre de "medicina", o "remedio" o "purga", pues el concepto de "droga" es una denominación muy posterior a la tradición chamánica, una denominación que tiene que ver con el estatus legal de una sustancia al igual que con el tipo de efectos que produce en el organismo, regularmente presentados desde una polaridad negativa. Pero existe una diferencia de años luz entre, digamos, la heroína o la cocaína, y el yagé o el hikuri (peyote). Un principio alquímico nos recuerda que cualquier sustancia puede ser un veneno o una medicina de acuerdo a la dosis que se utilice y el tipo de alivio que se busque; el tipo de curación que ofrece la ayahuasca, en este caso, no se remite solamente a la curación de una enfermedad en concreto (que para Nothomb fue la tuberculosis, de la que dice haberse curado gracias a las ceremonias a las que asistió), sino también la enfermedad del desamor, o del no ser amado, o del no merecer ser amados, que cada uno padece en su propia soledad:
La ayahuasca es una medicina real. Por supuesto es difícil tragarla, pero cuando lo haces, 1 hora después, eres capaz de ver cosas que de otro modo no podrías. ¡Los espíritus existen!, y podemos verlos. Y no sólo verlos, sentirlos. Ellos te tocan.
Esto no es un sueño --no se trata de tomar drogas --yo tomo drogas, he tomado drogas, es totalmente diferente. Las drogas pueden ser tramposas, son una ilusión. Esta no es una ilusión. Tú sientes a los espíritus reales hablándote, y tocándote, con mucha delicadeza --bueno, claro, con fuerza-- pero muy delicadamente.
Tal vez sea una locura decirlo pero cuando ayahuasca me sostuvo en sus brazos durante 2 horas, dándome esta gran emoción en todo el cuerpo, realmente no fue una ilusión, pude verla: es una hermosa bailarina, pude verla, pude tocarla, ella pudo tocarme, es simplemente real. Es real.