Un momento ciertamente catártico experimentaron los pasajeros del metro en Nueva York cuando presenciaron esta escena. Un viejo vagabundo, de esos con los que frecuentemente te encuentras en las calles neoyorquinas, afirmaba no tener casa, estar hambriento y ser el mismo Jesucristo. Tras predicar efusivamente, como suelen hacer muchos de estos personajes, el "viejo" se elevó por los aires, levitando durante unos segundos, suficientes para dejar atónitos a los presentes.
El milagroso episodio en realidad se trató de un "experimento social" protagonizado por el ilusionista Danny Wolverton, quien se hiciera famoso en el programa Americas' Got Talent. De acuerdo con Wolverton, lo que quiso hace unos meses fue invitar a la gente a "no juzgar un libro por la portada" y recordarles que detrás de un viejo devaluado que habita en las calles podría haber un maestro ascendido, un iluminado, que ha sido capaz de autotrascenderse al punto de entablar una relación distinta con el universo físico –por ejemplo, siendo capaz de levitar.
Además del mensaje explícito o voluntario, la escena seguramente también sirvió como un recordatorio para todos los presentes sobre que en este mundo existen cosas, muchas, que se salen del guión de lo que tradicionalmente consideramos como real o posible. Hay que estar abiertos a dichas manifestaciones, no buscarlas pero tampoco bloquearnos ante ellas, por que puede que ahí residan buena parte de los mayores tesoros de la vida. Finalmente, y ligado a lo anterior, confirmar que fue un acto ilusionista nos recuerda, una vez más, que no todo lo que vemos es real y no todo lo que dejamos de ver es porque no exista. El mundo es más encantador de lo que se nos enseña a creer.