Desde tiempos inmemorables la humanidad ha perseguido algo cercano a la inmortalidad. El deseo de extender la vida lo más posible quizá responde a un ímpetu biológico que da continuidad al instinto más básico de todos, la supervivencia –aunque también podríamos considerar ingredientes como un narcisismo trascendental o un caprichoso apego por la vida.
Entre ciertos círculos, por ejemplo la élite mundial, la persecución de la larga vida, y en particular el combate del envejecimiento, podría ser aún mayor si consideramos que es un circuito intensamente estimulado por el ego, la vanidad y, en general, el poder. Y no es novedad que en estos contextos se recurre a tratamientos sofisticados, y obviamente muy costosos, para verse joven, mantener o extender la belleza física o neutralizar las consecuencias de estilos de vida pocos saludables. Sin embargo, uno de estos recursos, cuya existencia se ha rumorado desde hace ya un tiempo, tiene algo de escalofriante: realizar periódicamente transfusiones de sangre extraída a niños y reinsertada a adultos para mantener el organismo joven.
Esta práctica, incluida dentro del campo de la parabiosis, podría ser más común de lo que imaginamos. De hecho, en una entrevista para el medio Inc.com, Peter Thiel, fundador de PayPal y quien por cierto apoyó a Trump en su campaña, definió este recurso como lo más cerca que la ciencia moderna está de crear una panacea antienvejecimiento. Y si bien Thiel ha afirmado que no ha "comenzado en forma" a someterse a estos tratamientos, Gawker reportó en algún momento que se rumoraba que este personaje gasta alrededor de 40 mil dólares cada 3 meses para hacerse de una transfusión sanguínea que proviene de un joven de 18 años.
Los primeros antecedentes de experimentos en torno a la parabiosis se registraron a mediados del siglo XX y se cree que hoy, aunque aún no se implementa de forma tan abierta y comercial, existen varias personas, entre ellas algunos de los más exitosos empresarios de Silicon Valley y celebridades de Hollywood, que podrían ya estar gozando de las "mieles" de esta práctica.
El esquema recuerda un poco los escenarios imaginados (¿o semidescritos?) de las novelas de Breat Easton Ellis y, aunque aún no hay nada confirmado (como quizá jamás se confirmarán muchos de los hechos históricos que ocurren al interior de estos círculos), al menos sirve como un metafórico recordatorio alrededor de la ambición obsesiva y el ego inconmensurable que caracterizan a la cúspide de la élite mundial.