La holgazanería es un arte practicado por millones de personas alrededor del mundo. Además de ser un estado en sí, generalmente se acompaña de otras muchas cualidades, por ejemplo la displicencia, la habilidad de simular –llegando hasta el cinismo– o la capacidad de contemplación (en particular si el escenario incluye una televisión).
Pero si bien esta conducta --o mejor dicho, esta filosofía de vida-- no es muy bien vista al interior de casi cualquier grupo social, un estudio reciente de la Florida Gulf Coast University reveló que los individuos flojos muchas veces poseen altos niveles de inteligencia. Esto se explica porque a mayor inteligencia menos necesidad de estímulos activos, es decir, una persona notablemente inteligente puede pasar mucho tiempo simplemente contemplando, reflexionando o planeando y, en contraste, actuar poco. De hecho, mientras aquellos menos favorecidos en cuanto a intelecto se refiere necesitan de actividades físicas que estimulen sus mentes --o, de lo contrario, padecen fácilmente el aburrimiento-- los seres más inteligentes, según la misma investigación, tienden a ser más pasivos.
Obviamente es muy discutible el criterio que se utiliza para determinar quién es inteligente. Y no sólo nos referimos a que la inteligencia práctica, tan valorada en la cultura actual, puede ser bastante limitada desde otra perspectiva –por ejemplo, puede distar mucho de lo que conocemos como sabiduría, sino a que también cuesta trabajo estar de acuerdo en que una persona que piensa mucho y actúa poco debiera de premiarse con el reconocimiento de ser "más inteligente".
En todo caso, muchos tendrán una razón para regocijarse en su placidez pasiva al enterarse de este estudio (si es que logran conjurar la energía necesaria para leer esta nota).