La luz es vida: el Sol originó la vida en la Tierra con tormentas solares, según científicos

Antiguos mitos de creación de diversas culturas relatan que el Sol no sólo ilumina la Tierra sino que es el origen de la vida, siendo el adre y la Tierra la madre, y al parecer podrían estar en lo correcto, según recientes investigaciones científicas.

De acuerdo con Vladimir Airapetian, experto en física solar de la NASA, en los albores de la Tierra la energía del Sol debió de alterar la composición de las moléculas de la atmósfera para calentar el planeta y permitir que se incubara la vida. 

En ese entonces --hace 4 mil millones de años-- el Sol sólo brillaba con 3/4 partes de la brillantez que vemos hoy en día, pero su superficie era más inestable y emanaba gigantes erupciones de plasma solar y radiación. Dichas explosiones parecen haber sido la fuente crucial para calentar la Tierra y acondicionarla para la formación de la vida. Estas erupciones solares, sugieren los científicos, debieron también de proveer la energía para que moléculas simples se transformaran en moléculas más complejas como el ADN y el ARN. Airapetian explica:

En ese entonces la Tierra sólo recibía cerca del 70% de la energía del Sol que recibe hoy. Esto significa que la Tierra debía de ser una bola de hielo. Sin embargo, sabemos que era un globo caliente de agua líquida. Llamamos a esto la Paradoja del Joven Sol Pálido. Nuestra nueva investigación muestra que las tormentas solares debieron de ser centrales en el calentamiento de la Tierra.

Los científicos de la misión Kepler de la NASA han encontrado estrellas parecidas a nuestro Sol que en sus primeros años emiten este tipo de violentas llamaradas (superflares) como las que vemos en nuestro sistema actualmente una vez cada 100 años o algo así, sólo que un sol joven puede producir hasta 10 al día. A esto se suma que en su juventud la Tierra tenía un campo magnético más débil, que dejaría entrar más eyecciones de masa coronal. Si las masas continentales estuvieran como ahora, se habrían producido auroras constantes mucho más lejos de los polos, a la altura incluso de Florida en Estados Unidos.

En ese entonces la atmósfera de la Tierra estaba compuesta por 90% de nitrógeno molecular, a diferencia del 78% de la actualidad. Las partículas de energía solar habrían chocado con una abundante resistencia de moléculas de nitrógeno; el choque habría descompuesto estas moléculas en átomos individuales de nitrógeno. El nitrógeno luego debió de haberse combinado con el oxígeno, formando un poderoso gas invernadero y preparando así  la sopa cósmica de la biogénesis. 

Hay una lógica sencilla y elegante en todo esto: el Sol calentó la Tierra y al recibir esta energía la materia llegó a un punto crítico del cual la vida pudo surgir, siendo la energía, la misma luz del Sol el nutriente cósmico esencial para la evolución biológica. Podemos también pensar en la energía del Sol como una especie de semen cósmico que inseminó a la Tierra, un inmenso huevo de agua caliente. De la alquimia del fuego y el agua nació la vida --esto es una imagen que existe en numerosas tradiciones religiosas. 

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