Científico sostiene que todas las enfermedades mentales tienen esta misma causa

La facultad de controlar una atención inquieta una y otra vez es la raíz misma del juicio, el carácter y la voluntad... Una educación que aumente esta facultad sería la educación por excelencia.

William James 

David Kessler parece saber de lo que habla. Antes fue comisionado de la FDA (Food and Drug Administration) y tiene evidentemente mucha experiencia tratando con adicciones y los efectos psicotrópicos de diferentes sustancias. En su nuevo libro Capture propone una teoría unificada de las enfermedades mentales, con base en un análisis histórico de diferentes casos y personajes que han padecido diferentes enfermedades mentales y adicciones. Kessler considera que en todos los casos existe un proceso neurológico en común, al cual llama "captura" y define como una atención selectiva que se enfoca --muchas veces obsesivamente-- en uno o en una serie de estímulos y no en otros (en los millones de estímulos que nos bombardean cada instante). Es decir, algo nos captura y esto echa andar un circuito de respuestas neurales que con el tiempo se convierten en una enfermedad. Esto sugiere que una enfermedad mental es, sobre todo, una forma de ver el mundo, una perspectiva que al reforzarse, al fijarse obsesivamente y recibir el peso de una atención psíquica constante, nos encasilla y encierra en un estado determinado (y por el peso y la presión nerviosa hace que se desgaste la estructura cerebral). Esta perspectiva altamente selectiva suele ser desequilibrada, pero no es el resultado de un desequilibrio o un desbalance químico del cerebro, sino es esta tendencia la cual al reproducirse tiene efectos químicos en el cerebro (en esto Kessler propone una teoría radicalmente divergente de lo que la medicina moderna supone).

Algunos ejemplos de cómo sucede esto. Te encuentras trabajando en tu casa y en la calle ubicas el ruido relativamente quedo de una persona reparando una instalación eléctrica, un zumbido. Tu mente no deja de atender a ese sonido y después de un rato domina completamente el espacio, no puedes dejar de escucharlo y no puedes concentrarte en tu trabajo. Hay miles de otros sonidos, los pájaros, la música de la otra casa, los autos, etc., pero no puedes resistir fijarte en ese zumbido eléctrico que además te produce tanta ansiedad. Otro ejemplo: un día concluyes que tienes un gran defecto y simplemente no puedes hacer las cosas, tiendes siempre a procrastinar, por alguna razón, quizás genética o simplemente un hábito tan arraigado que es parte de tu naturaleza ya, tienes una pereza permanente, abulia, una debilidad de carácter. Todos los días cuando te levantas y quieres hacer algo --eso que sabes te puede hacer sentir mejor-- no lo haces porque no tienes la fuerza de voluntad, no eres suficientemente bueno. Eso sí, pasas el día dedicándole mucha energía a pensar en qué sucedería si hicieras eso y si tuvieras aquello necesario para hacer las cosas, eso que no tienes. Un circulo vicioso: un circuito o un bucle neural de retroalimentación negativa.  

Un ejemplo en el sentido opuesto. Alguien dice algo sobre ti que toca una fibra especialmente sensible. Generalmente esto te produce enojo, estrés, desconsuelo. El enojo suele convertirse en un dolor de cabeza al final del día, en un aturdimiento, en un estado mental que te impide ser productivo y afecta todas tus relaciones. Sin embargo, esta vez en vez de reaccionar lo dejas pasar, lo observas y reconoces pero no te genera ningún apego, la situación surge y prontamente desaparece puesto que no la has subrayado con tu atención. El enojo no ocurre, tu mente no se estresa, no queda registro de este evento, sigues con tu quehacer notando otras cosas que igualmente surgen y llaman tu atención pero desaparecen igualmente cuando no les das importancia específica. 

Kessler señala que la "captura" opera a través de tres elementos básicos: "hace más estrecha la atención, una percepción de no tener control, y un cambio afectivo o emocional". De esta forma lo que capturamos va esculpiendo nuestra mente y puede llevarnos a una enfermedad neurodegenerativa, a un comportamiento compulsivo y a un estado general de ansiedad y depresión. Sin embargo, la captura necesariamente tiene también un aspecto positivo (en realidad es neutral, dice Kessler) y este foco de atención reducido puede tener también un efecto magnificante para sacarnos adelante, com ha sido el caso de personas que han logrado imponerse a enfermedades (como Winston Churchill) o como es el caso de personas que se apoyan en la espiritualidad.  

Todos los mecanismos con los que se tratan las enfermedades mentales, explica Kessler, actúan a través de una selección dirigida de la atención: "lo que las drogas hacen es que disminuyen mi reactividad y siento menos, la psicoterapia hace que vea la vida de forma distinta para que algo distinto capture mi atención, la espiritualidad hace que me desapegue de los estímulos". Esto es una forma un tanto reduccionista de explicar cómo operan estos métodos, pero ciertamente tiene algo de cierto. Las drogas que se toman para tratar la depresión, por ejemplo, tienen los efectos de hacernos sentir menos e incluso llegan a producir problemas para tener erecciones u orgasmos; la psicoterapia suele ser una forma de encauzar la atención hacia una perspectiva en la cual el paciente pueda integrar las obsesiones y ansiedades que lo asedian; al final de cuentas es fundamentalmente una forma de incidir en cómo vemos y en qué vemos; filosofías como el budismo, por ejemplo, sugieren que todas las cosas son impermanentes, y por lo tanto no tiene sentido reaccionar y formar apegos (ya que seguramente sufriremos si lo hacemos); el budismo esgrime una forma distinta de capturar la realidad, de hecho postulando la no captura como esencia de salud y libertad.

El mismo mecanismo psicodinámico opera en todos los casos que distintivamente van moldeando nuestras mentes, esto es un circuito de neuronas que "habiendo disparado juntas, se conectan", "lo que nos captura es el resultado de capturas previas", dice Kessler. Así tenemos una especie de cristalización o concentración de un proceso emocional o de un programa cognitivo (ese repetirnos que somos así o que el mundo es así), el cual se convierte en un circuito neuroquímico que corre constantemente o con alta frecuencia, con un sello neural distintivo de hormonas y sustancias químicas. He ahí un cuadro como la depresión, el trastorno obsesivo-compulsivo o la adicción, etcétera.

La realidad, sugiere la teoría de Kessler, es experimentada a partir de nuestra selección de un paquete limitado de estímulos dentro de una plétora innumerable, e inabarcable para nuestra percepción, de estímulos. Esta selección está ocurriendo todos los instantes, pero nuestra mente tiene una tendencia altamante selectiva, que fácilmente lleva a la obsesión, y decide enfocarse en una serie muy estrecha de pensamientos, memorias y concepciones que alguna vez fueron estímulos presentes, pero que hemos convertido en una realidad fantasma constantemente reproducida y superpuesta sobre la realidad de los estímulos directos.

Por último me parece que la teoría de Kessler tiene importantes paralelos con la filosofía de Buda y su noción de la formación de agregados y fabricaciones volitivas que constituyen de alguna manera la sustancia misma del sufrimiento. Kessler dice que el origen de todo el sufrimiento mental es una atención endeble que se vuelve víctima de sus propios deseos y obsesiones, hasta el punto de enmarañarse y paralizarse en una serie de hábitos. Las "capturas" que hacemos a su vez nos capturan.  La doctrina de las cuatro nobles verdades de Buda parte de la realización de que el mundo es sufrimiento (dukha), y que el origen del sufrimiento es el deseo y el apego a las cosas placenteras y desagradables. En la enseñanza de los 12 nidanas el budismo explica que la ignorancia de que todas las cosas son impermanentes (anicca) produce construcciones o fabricaciones volitivas (sankharas), que son deseo de tener o sentir esta u otra sensación. En ciertos contextos, los sankharas pueden entenderse de manera equivalente al karma; tenemos entonces que el sufrimiento, que es el resultado de la avidez o la aversión que generan las cosas (que son impermanentes), persiste a través de una formación o un compuesto inicialmente producido por la mente pero que se fija en el cuerpo como una especie de nudo y memoria que puede permanecer en un nivel inconsciente. El cuerpo y sus lastres, nuestro karma y nuestras obstrucciones, los hábitos a los cuales estamos aferrados y el sufrimiento que generamos al reproducirlo serían solamente el edificio --de solidez y realidad ilusoria-- generado por estos sankharas, por este agregado de capturas... capturas sobre capturas, deseos sobre deseos. 

El sankhara como un mal hábito pero también como un proceso neural reiterativo se alimenta y se mantiene como una sustancia compuesta en el cuerpo por la atención que le seguimos otorgando, la energía psíquica del deseo que sigue fijando, como un esmalte, esta volición mental y haciendo que se reproduzca. Estos sankharas serían las semillas de todas las enfermedades (no sólo mentales, según la visión budista), las cuales crecen en la medida que reciben nutrimento, una especie de agua y sol psíquico que puede proveer solamente la atención, el aferramiento de la mente, muchas de las veces el cual puede ocurrir de tal forma que, paradójicamente, debido a su constancia, se escape de nuestra atención consciente. Un reforzamiento que puede estar ocurriendo con cada percepción y pensamiento sin que el sujeto tenga noción clara de que está vitalizando su propia enfermedad.

En el Maha-satipatthana Sutta se enseña que la liberación de estos compuestos, de estas fabricaciones mentales anquilosadas, es posible a través de un acto de observación (mindfulness) en el cual una persona observa las sensaciones que surgen, pero no se aferra a ellas y así observa también su originación dependiente (su carencia de esencia) y su impermanencia. Una vez que una persona entiende que aquello que deseamos es impermanente y no tiene sustancia, entonces cuando se presenta (aquello que suele capturar nuestra atención), no existe impulso o volición de poseer o perseguir esa cosa y entonces el sankhara entra en un proceso de surgir y desaparecer y se desarrolla una ecuanimidad. El nirvana, de hecho, es descrito como el estado libre de formaciones o construcciones, un estado sin sankhkaras, un estado libre, es decir, sin captura, en el que todo pasa y todo se observa con delicia y ligereza, pero nada se coagula o cristaliza.

De todo lo anterior podemos avanzar una noción que me parece importante. Como señalan los antiguos textos budistas e hinduistas, la mente es en su naturaleza bruta un elefante salvaje y cuando se deja ir sin brida suele destruir, como un elefante, todo lo que toca. La energía mental, al estar focalizada por la atención obsesiva, como un rayo de Sol en una lupa, llega a quemar y lastimar aquello a lo cual se dirige. Por eso es fundamental entrenar la mente a que se tranquilice y relaje (domar al elefante), de otra forma la energía que dirige y la energía que gasta es demasiada (¡su poder es verdaderamente enorme!). Fácilmente podemos dejar que nos atrape la mente, una mente veleidosa y tiránica, que en vez de cumplir su función de ser una herramienta, una especie de altamente sofisticado secretario, asume una realidad hegemónica, monolítica y monomaníaca. Hasta la fecha creo que el ser humano no ha ideado una mejor técnica para fomentar la relajación de la mente y esa capacidad que celebró el psicólogo William James como la marca del genio, el poder dirigir la atención a voluntad, que la meditación, la disciplina de concentración y purificación de la mente. Si Kessler está en lo correcto y todas las enfermedades mentales (o al menos muchas) están relacionadas con este proceso de captura --una captura que tiende a procesos negativos, a fijaciones incontrolables-- entonces seguramente tenemos en la meditación una forma de tratamiento milenario, probado y altamente efectivo, especialmente cuando puede utilizarse de manera preventiva. Captura tu atención antes de que ella te capture a ti.  

Twitter del autor: @alepholo

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