Inspirado tal vez por la cifra adánica de su nombre, el diseñador editorial Adam Lewis Greene, de 29 años, se propuso rediseñar completamente la tradicional Biblia para volverla no sólo un libro de lujo sino un libro legible --un objeto para amantes de los libros (cabe recordar que biblos en griego significa justamente "libro") más que para seguir funcionando como libro de referencia o enciclopedia de bolsillo.
¿Pero qué hay de malo con la Biblia tal y como estaba? Según Adam, el diseño de las biblias no ha cambiado sustancialmente en 200 años: cada página está separada en dos columnas para maximizar la cantidad de texto que puede albergar cada caja, lo que no siempre ayuda a la legibilidad; por otra parte, la partición en versículos, las referencias cruzadas y todo el aparato crítico que acompaña a las biblias hacen que casi cualquiera de las versiones canónicas sea una pequeña enciclopedia de bolsillo, a costa (siempre según Lewis) de restarle placer al mero acto de leer.
Para Greene, criado como católico, la Biblia es "el más grande libro de Occidente", por lo que no se explica que no haya sido objeto de un rediseño sustancial. Con esto en mente, hace 18 meses abrió un proyecto en Kickstarter para solicitar 37 mil dólares, con los que se comprometía a entregar su versión de la Biblia en una exquisita edición de 4 volúmenes, cuidados hasta el último detalle. Pero la tarea se tornó realmente bíblica cuando Adam recaudó más de 1.4 millones de dólares y tuvo que ingeniárselas para producir 20 mil pedidos.
A su entender, las versiones enciclopédicas y cúbicas de la Biblia no hacen mucho por transmitir a sus lectores las increíbles historias de la tradición judeocristiana; en ese sentido, el cristianismo puede verse como una secta radical en torno a un libro sagrado. ¿Por qué entonces no hacer de ese libro un objeto hermoso o por lo menos legible? La traducción fue otro detalle renovado en la edición de Lewis, donde expresiones anacrónicas encuentran nuevas formulaciones, más adecuadas al inglés del siglo XXI.
Por si fuera poco, la Biblia rediseñada contará con su propia tipografía, hecha por Greene con el fin de ser utilizada solamente en este libro. Esta, según dice, ha sido la parte más difícil de su labor: diseñar a mano un alfabeto hecho a la medida de su empresa sagrada. No se trata de un proyecto esencialmente distinto al del filósofo, traductor y poeta francés Henri Meschonnic, quien se propuso a finales del siglo XX traducir el Antiguo Testamento para barrer con la carga ideológica impuesta por los intereses económicos y sociales del cristianismo en sus diferentes fases sobre el texto original; así, donde los traductores dicen "virgen" Meschonnic traduce "la joven", además de muchos otros casos. La Biblia, uno de los libros de texto más ampliamente difundidos en el mundo, sigue cambiando al igual que sus lectores.