Uno de los más radicales experimentos narrativos del siglo XX, Finnegans Wake de James Joyce, ha sido musicalizado por 17 músicos/lectores muy distintos entre sí y de procedencias distintas.
La impronta era asignar a cada músico un capítulo del libro (a menudo referido como novela, y las más de las veces calificado de intraducible o simplemente ilegible) para darle tratamiento musical (“auralmente”, dicen en la página del proyecto).
El único requisito era que las palabras del texto fueran claramente diferenciables dentro de la mezcla y que no se cambiara nada de ellas. La idea surgió cuando la gente de waywordsandmeansigns.com se preguntó cuántas personas realmente leían la novela.
Publicada por primera vez en 1939, Finnegans Wake es, junto con Ulysses (1922), una de las obras literarias más exigentes de la lengua inglesa, despertando comentarios y reacciones críticas de lo más contrastantes. Este experimento podría devolver a Finnegans... cierta accesibilidad, al proponer una interpretación de la sinuosidad de su lenguaje igualándolo a una más de las cadencias musicales propuestas.
Sin embargo, la historia de Finnegans Wake (así como otros aspectos de la obra de Joyce) siempre ha estado ligada por la música: se trata de una vieja balada de taberna del siglo XIX donde Tim Finnegan cae por una escalera —en evidente estado alcohólico— y muere, sólo para resucitar poco después.
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