Generalmente el mal humor (que aunque todos lo experimentamos a lo largo de la vida también es sello distintivo de algunas personas) se asocia a cosas malas: una nociva actitud ante la vida, neurosis o intolerancia, entre otras. Sin embargo, pocas veces se ha profundizado en este estado desde una perspectiva científica.
Un estudio realizado por la Universidad de Nueva Gales del Sur advierte que el mal humor ofrece ciertas bondades a nuestra mente. Por ejemplo, las personas mal humoradas tienden a tomar mejores decisiones y son menos crédulas –su escepticismo se traduce en un afán de comprobar las cosas.
El estudio consistió en inducir estados de mal o buen humor en los voluntarios, esto a través de incitarles a recordar memorias molestas o placenteras y exponiéndolos a determinados films que podrían quitar la sonrisa a cualquiera o, por el contrario, alegrar aun al más huraño. Posteriormente se les aplicaron ciertas pruebas, y la diferencia de aciertos entre aquellos que estaban de mal humor y los "siempre alegres" fue notoria (los malhumorados obtuvieron mucho más aciertos y demostraron capacidades comunicativas muy superiores).
Al respecto Forgas señala, en declaraciones recogidas por la BBC:
Mientras que un ánimo positivo parece que promueve la creatividad, la flexibilidad, cooperación y aprovechamiento de atajos mentales, los estados de ánimo negativos detonan un pensamiento más atento y cuidadoso, además de fortalecer la atención que prestamos al mundo exterior.
Otra premisa interesante que detectó el investigador australiano tiene que ver con la tristeza. De acuerdo con el estudio, las personas que están tristes tienden a expresarse mejor vía escrita, construyendo mejores argumentos y expresando su situación con más claridad. En palabras de Forgas, "un ánimo ligeramente negativo puede promover un estilo comunicativo más concreto, mejor acomodado y en suma más exitoso".