Por estos días se lleva a cabo en la ciudad suiza de Davos una nueva sesión del Foro Económico Mundial, una organización no lucrativa cuyo propósito es hacer coincidir los intereses económicos públicos y privados internacionales para “mejorar el estado del mundo”.
Eso, nominalmente. En la realidad, las cosas son un tanto distintas. Las reuniones anuales del Foro Económico Mundial hacen que la luz pública se vuelva sobre los 24 miembros de su junta directiva, cuya actividad de ordinario puede escapar a la información con la que estamos en contacto cotidianamente pero que, a pesar de esto, siempre está ahí, en la toma de decisiones económicas que por su alcance tienen un efecto sobre todos nosotros. Por esa razón, este año acudirán a Davos al menos 40 jefes de Estado y otros representantes nacionales que se encuentran ahí para después llevar a sus respectivos países las políticas expuestas en el Foro.
Pero si es “mundial” y si, con toda probabilidad, un funcionario importante para la economía de tu país se encuentra ahí, ¿indica eso que tú que lees esta nota y tus intereses están representados y defendidos ahí? La respuesta, como quizá lo supongas, es que no. Aunque se diga mundial, lo cierto es que el Foro Económico es una expresión más de la imposición de una élite sobre los intereses de la mayoría. Estos son algunos datos que así lo muestran:
De los 24 integrantes de la junta directiva,
Sólo seis mujeres (25%).
16 son de Norteamérica y Europa (67%) y ninguno de los miembros de la junta procede de África.
La mitad de los miembros de la junta (12) son directivos empresariales, pero el número aumenta si se revisa su experiencia laboral, pues 16 (67%) han tenido cargos directivos en empresas multinacionales.
22 de los 24 integrantes de la junta se formaron en universidades de Estados Unidos o Europa; de esos 22, 10 estudiaron en la misma universidad: Harvard.
Uno de los 24 miembros representa a una organización no lucrativa de la sociedad civil: Peter Maurer, de la Cruz Roja.
En la junta no participa ningún representante del sector público (derechos humanos, sindicatos, organizaciones campesinas o indígenas, jóvenes, etcétera).
En cuanto a la trayectoria específica de algunos de los miembros de la junta directiva tenemos a personajes lamentablemente insignes como Peter Brabeck-Letmathe, presidente de Nestlé, Indra Nooyi, presidenta y directora ejecutiva de PepsiCo y Christine Lagarde, directora general del Fondo Monetario Internacional, entre otros cuya trayectoria se ha distinguido por una combinación polémica entre los bienes públicos y los intereses privados, siempre operando a favor de estos. Veamos:
·Peter Brabeck-Letmathe, presidente de Nestlé, es conocido por tildar el derecho humano al agua de posición “extrema”. Nestlé tiene un controvertido historial en ámbitos como el embotellamiento de agua, la comercialización de sustitutos de la leche materna y el trabajo infantil en plantaciones de cacao en Costa de Marfil.
·Christine Lagarde, directora general del Fondo Monetario Internacional (FMI), está actualmente acusada por los tribunales franceses de “negligencia” por su papel en un acuerdo de arbitraje de 403 millones de euros cerrado en 2008 a favor del empresario Bernard Tapie.
·Heiko Takenaka, director del Instituto de Investigación para la Seguridad Global de la Universidad de Keio, en Japón, ha enfrentado una importante controversia política por su plan de privatización de los servicios postales y por alternar su permiso de residencia entre Japón y los Estados Unidos para evitar pagar los impuestos sobre la renta.
·Indra Nooyi, presidenta y directora ejecutiva de PepsiCo, está acusada en la India de consumir un volumen excesivo de aguas subterráneas en regiones propensas a la sequía y de permitir que residuos de insecticidas lleguen a sus refrescos. En muchos países se le imputa también fomentar un consumo poco saludable de refrescos.
Este análisis fue realizado por el Transnational Institute (TNI), una consultoría internacional de investigadores que desde hace 40 años estudia las condiciones para un mundo más justo, democrático y sustentable. En el caso del Foro Económico Mundial, el TNI expresa su preocupación en estos términos:
El verdadero problema no sólo está en que “la clase de Davos” tenga ocasión de reunirse y elaborar sus estrategias, sino más bien en que impulsen agendas globales que sirven en gran medida a sus propios intereses económicos y que inciden de forma desproporcionada en los sectores pobres, sin ningún tipo de responsabilidad democrática.
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