La vida de los genios es extraordinaria en el sentido más simple del término: destaca notablemente del curso ordinario de los acontecimientos, como el pico inesperado en el trazo de un sismógrafo que revela una perturbación, un cambio en lo usual, la excepción con respecto a aquello que llamamos costumbre y normalidad. Cuando observamos la vida de personajes como Leonardo da Vinci (el genio por antonomasia), Marie Curie, Sigmund Freud y varios más, nos sorprende la riqueza y cantidad de sus acciones, la variedad de sus intereses, lo inagotable de su curiosidad y también, en no pocas ocasiones, la edad en la que realizaron cada uno de sus logros. Aunque también existe la categoría de genios tardíos (uno de los ejemplos más recientes es el escritor José Saramago), muchos han sido como hogueras que empiezan a arder temprano en su vida y continúan así, generando luz y calor, durante mucho tiempo.
Otro ejemplo notable de esa selecta camada es el recientemente fallecido David Bowie, artista multifacético conocido sin duda por su presencia en la música pero que también incursionó con fortuna en el cine, las artes plásticas y otros ámbitos de la creatividad.
En un ejercicio que puede entenderse con la intención de homenajear a Bowie (pero también con otro propósito que explicamos más adelante), en la red existe el sitio “¿Qué hacía David Bowie a tu edad?”, el cual muestra algo que el músico consiguió en su trayectoria a los años que el usuario teclee (y que, ortodoxamente, son su propia edad).
Así, por ejemplo, una persona de 17 años que, digamos, está por entrar a la universidad pero sin claridad de hacia dónde se dirige su vida, descubrirá que a esa edad Bowie lanzó su primer sencillo, “Liza Jane/Louie Louie Go Home”; alguien un tanto más maduro, de 29 años, asustado quizá por estar a un paso de los 30 y con la sensación de que no ha conseguido mucho en la vida, encontrará que con la misma edad Bowie apareció en la película The Man Who Fell to Earth, dirigida por Nicolas Roeg. Y así sucesivamente.
¿Deprimente? Sí, un poco, porque ese es el otro objetivo de este sitio. Como asegura su creador, la página “celebra a David Bowie pero también nos insta a salir de nuestra zona de confort y comenzar a hacer cosas”.
Y ese, quizá, es el fin más provechoso de la admiración que podemos tributar a ciertas personas: antes que quedarnos en la fascinación inmóvil por sus obras, éstas más bien podrían ser el estímulo que nos lleve a acometer nuestras propias hazañas.
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