Por qué nuestros gobernantes deberían ser filósofos y no sólo políticos

 

En este corto y entretenido video de la BBC se expone una de las ideas más famosas y controversiales de Platón, la cual expone en su libro La República, la noción de que los reyes-filósofos deberían gobernar un Estado. Este mismo planteamiento ha sido usado para determinar que Platón es un filósofo antidemocrático.

Ahora bien, dicha noción debe analizarse con más profundidad para no caer en extremos. Lo que Platón sugiere es que un filósofo es la persona ideal para gobernar porque, por definición, un filósofo es quien ama la verdad y se ha liberado de los deseos mundanos que corrompen el carácter, puesto que, necesariamente, si es que es un verdadero filósofo, su naturaleza permanece en la contemplación y defensa de las Formas, esto es los arquetipos o los principios (éticos y estéticos) que trascienden el condicionamiento temporal. Nos puede parecer algo lejano está definición de "filósofo" de Platón, esta idea de incorruptibilidad afianzada en el conocimiento, pero es ciertamente la esencia y origen de la filosofía (es en este sentido que Platón es elitista: pide la pureza y la impecabilidad del carácter de un hombre). Hoy vemos a los filósofos como personas que se dedican sólo a pensar y a formular pensamientos que son lógica y racionalmente correctos, pero no como individuos que actúan correctamente, y que deberían ser reconocidos como tal (como filósofos) justamente porque han logrado incorporar su conocimiento de manera integral a su vida. Por esto Platón considera que el filósofo es el hombre capacitado para gobernar, para maniobrar la nave del Estado. En nuestra época, tal incorruptibilidad moral nos parece utópica o simplemente ideal (el término ha degenerado en nuestra cultura a significar algo irreal). Lo anterior, sin embargo, revela más el estado de nuestra condición moral que un supuesto error en el juicio de Platón.

El planteamiento de Platón puede resumirse un poco en la idea que es ilustrada en el video. Tenemos un capitán de barco que, por discapacidad, no puede tripular su embarcación. Entonces, los marineros se enfrascan en discusiones y reyertas para definir quien debería ser el capitán. El problema es que los marineros no saben de navegación y utilizan, en cambio, las habilidades que tienen, mayormente insignificantes para la tarea en cuestión, para hacer que el dueño del barco los elija como capitanes. Realizando todo tipo de pantomimas, demostraciones de fuerza bruta y sofistería, como la demagogia y el marketing en la política actual, los marineros logran hacer pensar al dueño que algunos tienen lo que se necesita para conducir el barco. Al suceder esto, en este reino de las apariencias, dice Sócrates, el hombre que realmente sabe de navegación es llamado un simple "observador de las estrellas". Esto es lo que le ocurría a los filósofos en Atenas. Al dueño del barco podemos sustituirlo por el pueblo que se deja llevar fácilmente por las apariencias y no es capaz de ver el verdadero carácter y la capacidad de "manejo" de un candidato, justamente porque no ha llevado una vida filosófica.  

Si aplicamos lo que dice Platón al mundo contemporáneo tendríamos que exigir que nuestros gobernantes no fueran políticos profesionales, sino que fueran hombres de conocimiento. Evidentemente el problema es que no tenemos ya ni siquiera una estructura para formar filósofos y medir la integridad de las personas (la corrupción ha penetrado todos los ámbitos de la vida y bajo esta realidad oscurecida las ideas platónicas son utópicas). No tenemos los mecanismos --democráticos o no-- para asegurarnos de que una persona así llegue incluso a existir, menos aún a reinar. Tan lamentable es la situación en la que nos encontramos que tener un gobernante sabio nos parece como irrealizable, un deseo remoto. Dicho eso, cualquier persona con cierta apreciación de la cultura y el conocimiento estará de acuerdo en la necesidad de buscar tener gobernantes que hayan cultivado su propia mente y su moralidad. Esto no puede lograrse más que con una mínima formación filosófica. Guardando las distancias, tal vez por eso José Mujica ha sido tan celebrado en el mundo, por ser uno de los pocos ejemplos actuales de un presidente con una filosofía, con una vida que refleja sus ideales. 

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