Esta tierna imagen de un niño al que se le pregunta si gana dinero con su arte ha estado dando vueltas por Internet, y a pesar del cómico efecto, reproduce un lugar común sobre el artista y su lugar en una economía como la actual.
El mito del artista hambriento, indigente, drogadicto, etc., se sostiene de clichés que cambian con la época y las expectativas sociales, pero sigue siendo cierto que colocar obras de arte --o incluso tratar de vivir de alguna de las profesiones involucradas en la producción artística-- sigue siendo un arte difícil de aprender. Podemos reírnos acerca de la vida y obra de los artistas excluidos de los cotos de poder (como hace el tumblr Vida de Escritores), pero la disparidad salarial entre hombres y mujeres artistas, además de los draconianos controles hacendarios para la producción de arte, complican en gran medida la labor creadora (sin contar con el propio y atávico ego de los involucrados.
Según un informe del Pew Research Center, muchas de las ideas heredadas sobre los artistas son falsas: una encuesta del PRC revela que los músicos sienten que el Internet les ha dado exposición y ganancias mejores a las que tendrían si mantuvieran controles más estrictos sobre copyright. Parece que los músicos aceptaron mucho antes que el resto de los artistas la noción de que la disponibilidad de su trabajo para ser escuchado y descargado por posibles fans era mejor que ver a los consumidores de música como simples "compradores".
Entre otras estadísticas, el PRC reveló que en Estados Unidos existen 32 millones de personas que se consideran a sí mismos artistas --un insoslayable 10% de la población, a pesar de que sólo 10 millones de ellos afirmaron ganar dinero con su trabajo. A pesar de esta cifra, el Fondo Nacional de las Artes de EE.UU. sólo tenía registrados a 2.1 millones de personas como "artistas profesionales" (datos de 2011). Lo que es más revelador: no sólo una minoría es capaz de vivir de su trabajo sino que, entre ellos, el ingreso está por debajo de la media de cualquier otra profesión. Para el año de la encuesta, el ingreso promedio en EE.UU. se ubicaba en 54 mil dólares al año, mientras que para los artistas es de 43 mil. Para coronar el pastel, la disparidad entre géneros sigue siendo patente en este rubro: por cada dólar que gana un artista hombre, una mujer artista gana $0.81.
Pero si creen que la perspectiva es dura solamente para los jóvenes talentos buscando hacerse un sitio en este amplio mundo a fuerza de inspiración, los creadores con trayectoria no lo tienen más fácil. El poeta Antonio Gamoneda, ganador del Premio Cervantes de Literatura y un referente importantísimo en las letras hispánicas es uno de los que se encuentra en una encrucijada provocada por la legislación española de Seguridad Social, que obliga a elegir, a los creadores jubilados que reciben fondos del Estado, renunciar a sus regalías por concepto de derechos de autor, limitando sus posibilidades de generar ingresos con sus obras, sin importar que se trate de verdaderos clásicos contemporáneos.
"Es terrible. Si termina imponiéndose, ¿qué vamos a hacer los escritores, los científicos y los creadores? Es un disparate. Yo tendré que dejar de escribir, porque, con lo que gano con mi escritura, no puedo vivir", afirmó Gamoneda.
Según otro informe sobre la percepción neta de los pintores y artistas visuales en Gran Bretaña, destaca que sólo 1/3 de ellos vive de su trabajo creativo, mientras que 57% obtiene las 3/4 partes de su ingreso trabajando en cosas que no tienen que ver directamente con su "obra".
Todos son risas y diversión en el mundo del arte hasta que llegan las cuentas por pagar y el artista debe ocupar tiempo, esfuerzo y vida invirtiendo en trabajos que financien su trabajo, ese trabajo que el capitalismo incorpora incómodamente en un ambiguo rubro entre el entretenimiento y la educación, y que en México ha sido uno de los más castigados en cuanto a presupuesto asignado.