BULLSHIT: una app que reproduce la retórica de los gurús new age

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Mike Myers, "The Love Guru" (2008)[/caption]

 

"A través de su historia, los humanos han interactuado con la estratósfera para expandir las funciones de onda. La humanidad no tiene nada que perder. Nuestras conversaciones con otras vibraciones oníricas han llevado a un despertar de la conciencia hiper-primordial. Nos reflejamos, crecemos, renacemos. La conciencia consiste en resonancias mórficas de energía cuántica. 'Cuántica' significa una evolución de lo ilimitado. Por redefinición, nos auto-actualizamos."

El párrafo anterior podría ser la introducción a un best seller de autosuperación, podría ser el discurso corporativo de alguna empresa o la publicidad de un spa de lujo, pero en realidad fue generado aleatoriamente en Reionize Electrons, un fascinante algoritmo diseñado y coprogramado por Seb Pearce, programador y músico amateur.

La idea es sencilla: la era de Acuario nos legó una retórica muy particular, conocida en el ambiente de los escépticos profesionales como woo. Lo que hace Pearce es programar una base de datos para producir mezclas extravagantes entre lenguajes y terminologías técnicas, creando híbridos retóricos que tienen el lustre opaco de la sabiduría.

No se trata de que la filosofía y el lenguaje del pensamiento se haya “desublimado”, ni mucho menos democratizado: simplemente estamos expuestos a grandes cantidades de texto que funcionan como “lorem ipsums”, que hacen las veces de texto en sitios web y libros en formación. Los monos tipeadores que según Borges, en un lapso indeterminado, terminarían por redactar el Quijote, toman forma de algoritmos para arrojarnos trozos no digeridos de iluminación.

Pearce lo creó, según cuenta en su blog, luego de ver un debate donde participaba Deepak Chopra, a quien considera grosero, ignorante e infantil. "Lo puse en Facebook y algunos amigos lo compartieron. Luego lo puse en Reddit y explotó por el internet".

La app llegó a 50 mil Likes en 4 días. 

Y es que, de pronto, como en aquella memorable conversación entre Einstein y Tagore, el científico y el gurú parecían darse la mano en declaraciones de emocionada perplejidad como esta:

La intuición es el vehículo del karma. Existimos, curamos, renacemos. Al condensar, nos curamos.

A medida que actualices tu yo, entrarás en el éxtasis infinito que trasciende el entendimiento. El planeta se aproxima a un punto de no retorno. Pronto habrá un cernido de polvo estelar como la matriz cuántica no ha visto jamás.

A pesar de algunas donaciones, para Pearce la única función de la app es burlarse de estas retóricas de sanación espiritual expandida: "Ponlo en tu sitio web como texto de vitrina. Imprímelo como discurso en tu clase de yoga y ve si alguien nota que lo escribió una computadora. Úsalo para escribir el flamante nuevo best seller en la sección de autoayuda, o dale falsa esperanza a los amigos deprimidos y miembros de la familia”.

Cuando los discursos se han convertido en un mismo rumor implacable, las palabras mismas en su reiteración comienzan a presentar atributos de “soma”, de aquella droga para aletargar más que para despertar, y cuya normalización previene de todo tipo de insurrección. Se podría discutir que la industria editorial incluso se sostiene gracias a las ventas de libros de temporada, de consumo breve y poca vida de aparador. Si no estás en la sección de novedades de Sanborn's, no existes, así que, ¿por qué no darles una mano a los redactores con algunas teorías flamboyantes, y terminajos pránicos?

¿Quién se ha convertido, pues, en la máquina, el escritor o el lector? ¿Unos y otros se han transformado irremediablemente en productores y consumidores de texto? 

Las palabras tienen la capacidad de crear la realidad a nuestro alrededor, pero también de impedirnos verla. O de verla pero a la manera en que los poderes económicos necesitan que la veamos: una retórica absolutamente optimista es la más cercana al fascismo. La literatura soviética durante el estalinismo (al menos la oficial, la editada por el Órgano de la Unión de Escritores de la URSS) fue un dechado de virtudes, de promesas cumplidas y de historias enternecedoras. Millones de seres humanos murieron mientras el Kremlin premiaba poemas sobre los prados poblados de matojos y espaciados arbolillos, cuyo hálito helado producía breves pero placenteros escalofríos a los paseantes del lago Kameshok.

No nos queda más que volvernos al oráculo electrónico de Seb Pearce y disponernos a contemplar algunas verdades:

Nos encontramos en medio de un dinámico despertar de complejidad que nos dará acceso a la matriz cuántica misma. ¿Quiénes somos? ¿En qué parte del gran mito habremos de renacer? Estamos en la encrucijada de potencialidad y el anhelo. Si nunca has experimentado esta revolución de naturaleza inherente, resulta difícil representarla. ¿Has encontrado tu aventura? Aunque puede que no te des cuenta, eres un ser mítico.

Twitter del autor: @javier_raya

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