Durante 134 años Lily Dale, en Nueva York, ha sido la casa de Lily Dale Assembly, una organización religiosa de médiums y sanadores que aseguran transferir comunicación de los muertos a los vivos. Ron Nagy, su historiador, dice que antes de convertirse en el centro espiritista más grande del mundo esta fue un área recreativa de verano para los espiritistas de 1870, quienes compraron 9 hectáreas y adoptaron dicho nombre debido a la abundancia de agua y lirios en el lago.
En este centro hay dos hoteles, un centro de sanación, tres establecimientos para comer, un templo del bosque, auditorios, una playa, un museo y una librería. Todo ello está abierto a los visitantes que quieran pasar 1 día o un fin de semana comunicándose o sintiendo la presencia de sus muertos queridos.
Lily Dale es una institución seria y cuidadosamente organizada. Los médiums que quieran ser parte de esta comunidad deben someterse a pruebas rigurosas de todo tipo, incluyendo lecturas privadas a otros médiums, para registrarse en la comunidad. De acuerdo con el sitio oficial en Internet, un espiritista es “alguien que cree, como base de su religión, en la continuidad de la vida y la responsabilidad individual. Algunos espiritistas, pero no todos, son médiums y/o sanadores. Los espiritistas se esfuerzan en encontrar la verdad en todas las cosas y vivir su vida de acuerdo a ella”.
Susan Glasier, directora ejecutiva del lugar, explica la misión de los espiritistas que hay ahí:
Estamos aquí para probar la continuidad de la vida, que la vida sigue; hacerte saber que tus seres queridos están bien, que les importas, que están ahí. No somos entretenimiento. No somos físicos, no leemos el tarot, no leemos las hojas de té. Somos una religión reconocida en los Estados Unidos de América. La parte triste del espiritualismo es que solía ser tan fácil –y seguirá siendo muy fácil-- ser falso.