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La sociedad occidental ha asociado el terrorismo con la religión islámica. Por más que esto es reconocido como una manifestación de ignorancia y prejuicio, muchos gobiernos contribuyen a que se difunda esta idea. No sólo no todos los musulmanes son terroristas sino que, de hecho, no todos los terroristas son musulmanes, en tanto que sus actos van claramente en contra de los principios básicos de esta religión.
Un artículo escrito por escrito por Sheheryar Ahmad para el sitio Patheos sugiere con bastante lucidez que el terrorismo no es religioso sino geopolítico. Ahmad no tiene que mencionar el término "terrorismo islámico", puesto que la asociación ocurre directamente en nuestra mente: el terrorismo que se vive en la modernidad es producido por musulmanes.
Una interesante reflexión tiene que ver con que el término "terrorista musulmán" o "yihadista" no existía antes de 1980. Los primeros ataques terroristas islámicos fueron los bombardeos de Tiro en 1982. "¿Era el Islam diferente antes de 1980?", se pregunta Ahmad.
El Islam permite la guerra para defenderse de una agresión, nos dice Ahmad, pero existen estrictas reglas, como ni siquiera cortar árboles en territorio enemigo, mucho menos destruir templos o iglesias. La regla más importante es no "forzar el Islam a no musulmanes". ISIS ha elegido un dogma muy distinto para la guerra, quizás porque no tiene que ver con la religión y sí con la política. Dice Ahmad que las reglas de guerra de ISIS o del Talibán no tienen nada que ver con el profeta Mahoma, por lo que debemos preguntarnos dónde desarrollaron su ethos bélico.
La respuesta está en la intervención de fuerzas armadas y agencias de inteligencia de Estados Unidos en Afganistán para organizar a los Contras y oponerse a la influencia soviética en la región. Ahmad relata cómo, durante la Guerra Fría, Estados Unidos vio con recelo el poder que tenía el general Zia-ul-Haq en Pakistán. Favorecido por la invasión soviética en dicho país, el islamismo sharia de este general y la cercanía de Pakistán con los países de Medio Oriente que controlan el petróleo fue diagnosticada como una situación alarmante. Para evitar un conflicto de gran escala con la Unión Soviética, la estrategia fue aliarse con Zia-ul-Haq y adoctrinar a los jóvenes con un concepto tergiversado de la Yihad, "la guerra santa". En ese entonces se tenía un sistema escolar conocido como "madrasas" en el que los alumnos aprendían los conceptos básicos del Islam, pero la CIA y sus aliados en Pakistán gastaron millones de dólares para sustituir esta tradición educativa con libros de texto que ellos mismos proveyeron, inflamados con una retórica yihadista. Este plan ha sido documentado por el Washington Post: Estados Unidos gastó más de 50 millones de dólares en esta iniciativa, fabricando ellos mismos los libros de texto de propaganda bélico-religiosa en el Centro de Estudios Afganos de la Universidad de Nebraska en Omaha. ¿Qué ocurre cuando a los niños se les enseña el abecedario no con frutas y animales sino con bombas y tanques? Al parecer se gestan ejércitos radicales que se salen de control.
De manera estrepitosa, numerosos oficiales celebraron este programa. Por ejemplo, Chris Brown, de la Central Asia Task Force, declaró al Washington Post que "estuvimos felices de que esos libros destrozaron a la Unión Soviética", haciendo referencia a los rebeldes que se formaron con este programa de propaganda en Afganistán. Sólo que ahí también se gestó el liderazgo de Al Qaeda. Al crear al Talibán para luchar contra la Unión Soviética, también desataron una milicia organizada yihadista con acceso a armas modernas. Esta fue la mecha original de lo que hoy es ISIS.
A finales de los 70, Estados Unidos “aprovechó” la oportunidad para canalizar a un grupo de resistencia anticomunista fondeando rebeldes que se oponían al gobierno prosoviético en Afganistán. La CIA suministró armas, dinero y demás recursos para fortalecer a los muyahidines. El más famosos de estos rebeldes mercenarios –que fueron glorificados en algunas películas de Hollywood como Rambo– fue Osama Bin Laden. Esta decisión estratégica fue implementada por el Consejero de Seguridad Nacional, Zbigniew Brzezinski, con el conocimiento del presidente Carter. En una entrevista años después Brzezinski dijo no arrepentirse de la operación secreta, ya que detuvo la expansión del comunismo y eso “es más importante que el Talibán”.
Por todo lo anterior Sheheryar Ahmad concluye que el enemigo que efectúa este terrorismo global fue creado por los mismos que ahora lo padecen (y siguen alimentando como a la monstruosa Hidra de Lerna) y que por lo tanto es evidente que el problema no es religioso sino geopolítico.
Fuentes
http://blogs.tribune.com.pk/story/4877/learn-to-be-taliban-k-is-for-kalashinkov/