Así son los hábitos y costumbres de los vampiros de la vida real

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imagen: popmatters.com[/caption]

 

Fuera de las películas y libros dedicados al tema, los vampiros son una curiosidad histórica que sobrevive en leyendas y mitos alrededor del mundo; tal vez desde la salida de la saga Crepúsculo, el tema llegó al hartazgo al diluirse en cuanto a su encanto por la noche y los arquetipos demónicos que lo pueblan; pero los vampiros reales (o la gente que reivindica y se identifica con un estilo de vida "vampírico") viven en ciudades de todo el mundo y forman un interesante campo de estudio sociológico.

John Edgar Browning, etnógrafo del Instituto de Tecnología de Georgia, ha dedicado los últimos 5 años a estudiar a las comunidades de vampiros que viven en Nueva Orleáns y Buffalo. Contrario a los prejuicios populares y expectativas derivadas de la industria del espectáculo, estos vampiros no duermen en ataúdes ni se aterran con imágenes religiosas cristianas (de hecho, muchos se identifican como ateos o politeístas), aunque sí viven una vida mayormente nocturna e incluso algunos de ellos se realizan cirugías para afilarse los dientes y, más que el atuendo, los identifica una necesidad común de incluir en su dieta la sangre humana (o en algunos casos, "la energía").

Sin participar en rituales de magia negra ni transformarse en murciélagos, los autoidentificados como vampiros aceptan en sí mismos una urgencia casi biológica por alimentarse de sangre para sentirse saludables. Más que luchar contra dicha necesidad, el hambre los ha motivado a organizarse y reclutar "donadores" en un ambiente de higiene y camaradería. A pesar de esto, las comunidades vampíricas pueden coexistir geográficamente muy cerca unas de otras y ni siquiera darse por enteradas.

Pero como descubrió Browning, el hecho de que sean difíciles de encontrar no quiere decir que no estén ahí. El investigador estima que solamente en Nueva Orléans viven alrededor de 60 vampiros de entre 18 y 50 años de edad con igual representación de género, y su principal actividad comunitaria es la ingesta ritual de sangre. Según el estudio de Browning, los participantes indicaron que la sangre tiene un sabor "metálico, o 'cobrizo', lo que puede estar influido por la fisiología del donador", o incluso por su nivel de hidratación.

Por su parte, los vampiros energéticos se alimentan de la energía de otros utilizando lo que Browning identifica como métodos tántricos, por ejemplo encuentros eróticos o sexuales, pero también hay casos de vampiros que afirman alimentarse mediante emociones o viajes astrales. Fuera de eso, los vampiros reales "son ciudadanos bastante competentes y generalmente 'normales'. Realizan rituales de compartir sangre de manera segura y únicamente con donadores voluntarios y se hacen regularmente exámenes médicos que rara vez (si acaso) indican complicaciones a causa de sus hábitos alimenticios".

La conclusión de Browning es que los vampiros son una comunidad más que una subcultura pero que, como una subcultura, sus miembros reivindican valores subversivos ligados al instinto y la celebración de lo que la sociedad mainstream ve como negativo. De esta forma, "la figura desafiante del vampiro adquiere un sentido de poder emanado de sí mismo. Identifican a otros con una necesidad similar y han producido una comunidad a partir de dicha necesidad".

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