El fotógrafo Thomas Laird tuvo la fortuna de acceder a un templo en Lhasa reservado solamente para el Dalái Lama, una construcción que ni siquiera el actual Dalái, que lleva exiliado desde 1959, ha podido contemplar. Laird logró en 1989 fotografiar los murales del templo tántrico de Las Siete Serpientes en el Palacio Potala, una joya del budismo esotérico del Tíbet; actualmente se prepara una exposición de estas imágenes.
En este templo construido en el siglo XVII los líderes del budismo tibetano hacían retiros en los que realizaban meditaciones profundas para las que las imágenes servían como iniciación o inspiración, un acompañamiento para el viaje hacia la iluminación. Las pinturas han sido comparadas con la Capilla Sixtina, originalmente concebida sólo para los ojos del papa. Anteriormente, el complejo en el que se encuentra este templo --con partes secretas y otras accesibles-- constituía la terminación de una peregrinación espiritual que requería un largo viaje por tierra y agua.
"Quedé asombrado por los colores: rosa, dorado, blanco y lapislázuli", cuenta Laird sobre el momento en el que pudo ver los murales. En las pinturas puede verse una serie de yoguis demostrando asanas y 85 maestros tántricos, budas, cascadas, animales y símbolos insondables para el fotógrafo --algunos de los cuales fueron explicados por el Dalái Lama cuando se le mostraron las imágenes.
Entre las figuras que sobresalen en los murales está una vagina cósmica que representa, según dice Laird, el nacimiento del universo. Una imagen que fue concebida sólo para los ojos del Dalái Lama.
Sin duda es una pena que este tipo de conocimiento y formas artísticas --creadas para asistir al practicante en su camino espiritual-- se estén perdiendo o estén siendo dislocadas de su contexto religioso. Hoy en día los misterios son solamente curiosidades de museo, y eso es una enorme pérdida.
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