El contacto físico con otras personas está codificado en distintos niveles de intimidad, dependiendo de la relación entre los que se tocan y del contexto en el que se realice. Pero nunca hasta ahora se había intentado producir un mapa corporal que tomara en cuenta los lugares donde los hombres y las mujeres permiten que otros los toquen, y dónde no. No se trata necesariamente de zonas erógenas --aunque sin duda es uno de los tipos de contacto implicados, pues es aquel en donde el consenso es más necesario-- sino de observar dónde permitimos que nos toquen los demás según el tipo de relación o parentesco que tengamos con ellos, lo cual se divide en varias categorías: colegas, amigos (h/m), padres y madres, hermanos y hermanas, familiares se segundo grado, conocidos y completos extraños. Las zonas claras indican los lugares donde el contacto está autorizado y las oscuras muestran donde está prohibido.
Más de mil 300 personas respondieron a un estudio de la Universidad de Oxford y la Universidad de Aalto en Finlandia; como mencionamos, los participantes debían indicar, según el tipo de relación, dónde aceptaban ser tocados y dónde no. Por ejemplo, los voluntarios permitirían que su madre los tocara en cualquier lugar del cuerpo, pero los hombres se sentirían incómodos si otro hombre los toca en las piernas, y una mujer sólo permitiría que un desconocido le tocara las manos (al menos en un primer momento).
Curiosamente los hombres fueron los que más reparos pusieron al contacto casual, por ejemplo entre amigos del mismo sexo, mientras que las mujeres afirmaron que se sienten cómodas con el contacto casual (no necesariamente sexual) con amigos, sin importar su sexo. Los genitales, la espalda baja, los glúteos y la parte posterior de los muslos son las zonas de tabú (de prohibición al tacto) más comunes.
Los participantes provienen de Finlandia, Francia, Italia y Rusia y todos tuvieron que colorear un esquema del cuerpo humano mediante un código de colores, según se sintieran cómodos o incómodos con el tipo de contacto. Se trata de uno de los mayores estudios en este ámbito, y su finalidad, de acuerdo con la investigadora Julia Suvilehto, era mostrar que el tacto "es un medio importante para mantener relaciones sociales", agregando que "mientras mayor placer es causado al tocar un área específica del cuerpo, más selectiva será nuestra autorización sobre quién puede tocarla".