¿Es el espacio un droga cósmica? ¿El viaje del espacio, un viaje del espíritu? ¿Un desdoblamiento literalmente astral, de la matriz de la Tierra a las estrellas? Más allá de la belleza de contemplar las luces del universo o admirar nuestro planeta desde fuera de su atmósfera, existen reportes que señalan que viajar al espacio coloca a la conciencia humana en un estado alterado, descrito por algunos astronautas como un sentimiento oceánico de conexión cósmica.
Algunos neurotransmisores del cerebro humano, como la melatonina, están estrechamente ligados a los campos magnéticos; esto permite especular que estar expuesto a un campo magnético distinto podría afectar la forma en la que se procesa la realidad. Algo que el mismo Stanley Kubrick parece sugerir en su película 2001: Odisea en el espacio, donde diferentes atmósferas –o la falta de ellas— alteran la conciencia de un astronauta.
Diversos astronautas han descrito experiencias de euforia e interconexión con el universo en el espacio. Rusty Schweikart tuvo una experiencia de conciencia cósmica al dar una caminata espacial en la misión del Apolo 9, como parte de una prueba de lo que sería el primer alunizaje. “Cuando das una vuelta por toda la Tierra en 1 hora y media, empiezas a reconocer que tu identidad es con el todo. Esto hace un cambio –llega a ti de forma tan poderosa que sientes que eres el elemento sensible del Hombre”, dijo Schweikart.
El astronauta Edgar Mitchell, el hombre que más tiempo ha estado en la Luna, reportó experimentar lo que llamó el “overview effect”, el efecto que ocurre al observar la Tierra desde arriba. Al igual que Schweikart, Mitchell sintió una profunda conexión entre todas las cosas y una sensación de euforia intemporal. Otros astronautas han narrado experiencias similares –las cuales han tenido secuelas ya de regreso en la Tierra.
El neurocientífico Andy Newberg se encuentra justamente investigado si este efecto de viajar al espacio en la conciencia es solamente el resultado de la magnitud de la impresión que causa en los astronautas dejar la atmósfera de la Tierra, o si en realidad es un fenómeno fisiológico. Newberg planea medir los cambios en el cerebro de los primeros turistas espaciales con algún lector encefalográfico, para poder determinar si el espacio altera la función cerebral del ser humano o si las experiencias reportadas son subjetivas.
¿La gravedad cero crea nuevas conexiones neurales? ¿O la simple vastedad y belleza del espacio generan naturalmente una respuesta psicológica que llega a traducirse en una experiencia mística? Estas son algunas de las preguntas que Newberg planea responder.