La violencia y las actuales olas de terrorismo que han asolado Beirut o Francia han acrecentado los ataques contra Siria, aunque hay que tener muy en cuenta que no toda la población siria es parte del terrorismo, y que atacar descarnadamente como respuesta a los atentados terroristas tampoco es la mejor de las elecciones posibles.
Sin embargo, a medida que Siria se hunde más y más en la guerra civil han empezado a surgir evidencias de que un conflicto sangriento y brutal ha dejado a más de 100 mil personas muertas, demás de que ha desplazado a 2 millones de personas aproximadamente y, al parecer, ahora también esta guerra está siendo impulsada tanto por la exportación como por el auge del consumo de drogas ilegales.
Dos investigaciones independientes de la agencia de noticias Reuters y TIME Magazine han encontrado que el comercio y la fabricación de Captagon (una anfetamina consumida en Medio Oriente, pero casi desconocida en otras partes) generó el año pasado ingresos de millones de dólares al país, muchos de los cuales, asegura The Guardian, fueron utilizados para la compra de armas, aunque esta afirmación puede sesgar la visión, pues no se ha comprobado. Según los reportes, los combatientes de ambos lados han recurrido al estimulante para ayudarse en la lucha.
De acuerdo con la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito, Siria ha sido durante mucho tiempo un punto de tránsito para las drogas procedentes de Europa, Turquía y Líbano hacia los países ricos del Golfo. Pero la pérdida de la ley y el orden, el colapso de la infraestructura de Estado y la proliferación de grupos armados han convertido al país en un gran productor, informa Reuters.
La producción del valle de Bekaa, en Líbano –una zona que es foco de la droga– cayó un 90% desde 2011 hasta el año pasado, disminución que se atribuye en gran parte a la producción en Siria.
Ninguna investigación encontró pruebas contundentes de que las partes beligerantes están usando las ganancias directas de las drogas para financiar la compra de armas, pero los expertos y funcionarios piensan que es muy probable. El exfuncionario de la Tesorería estadounidense, Matthew Levitt, puntualizó que Hezbollah, el grupo militar financiado por Líbano con sede en Irán, respalda con firmeza el régimen sirio de Assad: “tiene una larga historia de incursión en el comercio de las drogas para ayudar en su financiamiento”.
El coronel Ghassan Chamseddine, jefe de del Departamento de Control de Drogas en Líbano, donde más de 12 millones de píldoras de Captagon fueron decomisadas el año pasado, dijo que la mayoría de las pastillas ilegales son escondidas en camiones que pasan de Siria a los puertos en Líbano, de donde son enviadas al Golfo.
El Captagon (nombre de marca para el estimulante sintético fenitilina) fue producido por primera vez en 1960 para tratar la hiperactividad, la narcolepsia y la depresión, pero fue prohibido en la mayoría de los países en 1980 por ser demasiado adictivo. Mantiene su popularidad en Oriente Medio; tan sólo Arabia Saudita incauta alrededor de 55 millones de píldoras al año, tal vez el 10% del total estimado que entra por contrabando al reino.
La droga es barata y fácil de producir, y utiliza ingredientes que son fáciles de obtener y en su mayor parte legales; sin embargo, cada pastilla puede llegar a venderse hasta en 20 dólares. Ramzi Haddad, psiquiatra libanés, dijo que el Captagon tiene “los efectos típicos de un estimulante”: produce “una suerte de euforia. Hablas mucho, no duermes, no comes, estás lleno de energía”.
Estos efectos explican por qué se piensa que los combatientes de la mayoría de las partes beligerantes en el conflicto (con excepción de los grupos ligados a Al Qaeda, quienes mantienen una interpretación estricta de la ley islámica) están haciendo un uso extensivo de Captagon, a menudo en misiones nocturnas o en las batallas particularmente extenuantes. Pero los doctores y psiquiatras creen que el uso de la droga se ha generalizado entre la población civil siria, cada vez más desesperada.