BESTIARIO DE ANIMALES PERTURBADORES: Extracto del libro Faunologías

No sé al resto, pero a mí los parásitos que controlan la mente de sus hospederos me producen obsesión. Pequeños seres que allanan la anatomía ajena, secuestran la voluntad y cambian drásticamente el comportamiento de aquel organismo que les sirve como morada temporal. Castración química, impulso de suicidio, zombis a merced del plan existencial del usurpador. Ranas comandadas a saltar panza arriba sobre la orilla de los lagos, caracoles obligados a trepar hasta las ramas más altas de los árboles, ratas desquiciadas que reaccionan de manera erótica ante la orina felina, todo en espera de que aumente la probabilidad de que un depredador específico las devore y así el parásito alcance la siguiente etapa dentro de su ciclo de vida.

De manera similar la salamandra gigante del Oriente me genera fascinación inmediata. Se trata de un anfibio que llega a medir 1.60m de largo y rebasar los 50kg de peso. Piénsese en un ente del tamaño de un perro labrador pero con piel resbalosa. Una bestia arcaica que merodea los arroyos nipones desde el tiempo de los dinosaurios. Un monstruo casi mitológico con apetito voraz que caza furtivamente a cualquier presa que quepa dentro de su boca.

Ni qué decir de la imponente medusa melena de león del ártico, probablemente el representante de mayor tamaño dentro del grupo de las medusas (hago énfasis en probablemente pues una gran parte del océano queda aún por explorar). Esta descomunal medusa rebasa con regularidad los 150kg de peso y exhibe tentáculos de más de 10m de largo. Aunque se afirma que existen ejemplares con tentáculos que alcanzan los 60m de longitud, el individuo más grande jamás comprobado apareció en las costas de Massachusetts en 1870 y se reportó que su colosal cuerpo medía 2m de diámetro con tentáculos que sobrepasaban los 35m de extensión.

Siendo que mi otra pasión en la vida son las letras, me aboqué a la tarea de escribir un libro sobre estos y varios otros animales desconcertantes. Un compendio de ensayos que mezclan ciencia y literatura para explorar las rarezas del mundo zoológico, manuscrito que recientemente vio la luz del día bajo el sello Festina y que cuenta con ilustraciones de Ana J. Bellido. Lleva por título Faunologías, aproximaciones literarias al estudio de los animales inusuales y se presenta próximamente en la capital mexicana. Va un pequeño extracto, a ver si consigue despertar su curiosidad.

Prefacio

Comencemos por declarar un punto quizás un tanto evidente: la naturaleza es demasiado extensa para abarcarla por completo. En sus manos unos cuantos ingredientes primordiales se transforman en un vasto abanico de organismos. Desde los microscópicos como la amiba amorfa, cuya constitución se limita a una sola célula, hasta los cetáceos colosales con sus más de 200 toneladas de tejidos. Seres de variedad tal que ni siquiera Funes el Memorioso podría nombrarlos en su totalidad.

Química orgánica confeccionada con creatividad pasmosa. Presiones selectivas superadas de modos insospechados. Imaginación sin intención, fin o voluntad alguna, pero aun así prodigiosa en lo que a pluralidad de anatomías se refiere. Es el sueño del inventor de juguetes y el delirio del miniaturista. Biodiversidad en todas sus posibilidades. De la efímera levadura, al gran árbol del Tule. Del temible cisticerco, al glorioso tigre de Bengala. Setas, musgos, peces ciegos. Arañas marinas, bacterias anaerobias, serpientes voladoras y helechos arborescentes. Los intrincados caminos evolutivos conducen en ocasiones, al menos bajo la lupa de unos cuantos modestos homínidos, a resultados descabellados. Ciclos de vida casi dementes. La selección natural favorece mutaciones que dan pie a entes singulares cuya existencia misma parece desafiar el mecanismo biológico de prueba y error. Individuos que encarnan en sí mismos la idea de que la realidad supera la ficción.

La labor enciclopédica se nos da bien a los humanos. Nuestra ansia por dar sentido a los fenómenos orgánicos que imperan en la floresta nos empuja a dividir, agrupar y elaborar listados taxonómicos. Clasificaciones y filogenias que pretenden conceptualizar la inagotable inventiva silvestre. Son intentos, quizás algo ambiciosos, de comprender el mundo que nos rodea. No queremos figurar únicamente como testigos sino descubrir sus engranajes; revelar el instructivo y dilucidar aquellos principios unificadores que sean válidos para el grueso de la muestra, y así promulgarlos como leyes.

No obstante, siempre habrá algunos cuantos ejemplares que pongan en jaque las conjeturas a las que hemos llegado. Especímenes que retan a la cordura a un duelo de probabilidades. Metazoarios de aspecto y hábitos insólitos. La zoología fantástica de Borges puesta de cabeza. Un bestiario de los animales reales que podrían ser inventados.

El catálogo es amplio y opera en función de qué tanto se sepa sobre el tema. Para el naturalista versado quizás la enigmática medusa inmortal —Turritopsis nutricola, único ser vivo conocido que goza de la capacidad de revertir el reloj biológico y, una vez alcanzada la etapa adulta, retornar a una versión más joven de sí misma— no resulte tan sorpresiva. Como probablemente tampoco lo sean para él los osos de agua con su tremenda resistencia física y azorante posibilidad de sobrevivir en el espacio estelar. Podría ser incluso que la esquiva sanguijuela del Borneo, de siete ojos, le sea también familiar. Pero imaginemos por un momento que no conociéramos al celacanto, a la salamandra gigante del Japón o al cefalópodo Nautilus, y entonces sus dotes fisiológicos los tornan en organismos prácticamente imposibles de concebir. Este breve tratado va dirigido a todos aquellos que gustan de tales rarezas de la fauna.

Se extiende la invitación a la presentación del libro, en la que me acompañarán Leonora Milán y Alejandra Ortíz Medrano del programa de radio Mándarax y que tendrá lugar el 24 de noviembre a las 19:30 en el Cine Tonalá. Mayores informes aquí.

Para adquirir un ejemplar de Faunologías visita el sitio de Festina.

 

Twitter del autor: @cotahiriart

(Ilustraciones de Ana J. Bellido)

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