ASMR, orgasmos cerebrales y el placer del aburrimiento

Supongo que muchas historias comienzan así: “creí que era la única a la que le pasaba eso”, pero así pasó con la mía hasta que descubrí, después de algunas décadas, que no estaba sola en el mundo.

Los primeros recuerdos que me vienen a la mente cuando pienso en esa sensación son los de estar con mis primos, tirados en el suelo, dibujando o coloreando un libro o en hojas de papel bond. Ver cómo mi compañero de juegos dibujaba una línea que iba del punto a al punto b o ver cómo llenaba de un color el ala de algún animal mitológico me hacían tener un estado de placer y serenidad que ahora entiendo como un momento de relajación máxima.

A medida que iba creciendo se diversificaban los detonadores de este estado tan placentero y al mismo tiempo enigmático. Me pasaba con ciertos audios, imágenes, movimientos o sensaciones como cuando alguien me peinaba o maquillaba. Nunca intenté compartir ni verbalizar esta sensación con nadie pues ni siquiera me interesaba encontrar los términos adecuados para describirla, porque llegué a pensar que era algo que tal vez debía atesorar sólo para mí: una especie de secreto de esos que carecen de peso y relevancia. Pasaron algunos años y me convertí en un adulto que, por alguna razón, recurría siempre a los mismos videos de YouTube para intentar conciliar el sueño. Después de algunas semanas de repetir el ritual, comencé a sentir una mezcla de vergüenza e intriga: ¿por qué necesitaba ver el video casero de esa chica de Guadalajara que hizo un tutorial fallido de maquillaje para poder dormir? Después de unos días escribí en el buscador de Google “cuero cabelludo erizo” y en ese momento se prendió el universo.

ASMR: Respuesta Sensorial Meridiana Autónoma

El primer resultado de mi búsqueda arrojó una especie de foro dedicado a “sensaciones extrañas”. Ahí descubrí que ese placer que había experimentado toda mi vida era un fenómeno llamado Respuesta Sensorial Meridiana Autónoma, representado por las siglas en inglés como ASMR.

El neuropsiquiatra Francisco Flores lo define como:

un fenómeno sensorial, es decir, una sensación o percepción física, potencialmente muy placentero, que es descrito como un ‘cosquilleo cerebral’ que baja de la cabeza a la espalda, que puede ser disparado por una serie de estímulos auditivos, visuales, cognoscitivos u otros. Los cognoscitivos me llaman la atención porque esto significa que una idea puede despertar esta sensación, de la misma manera que una idea puede provocar el llanto o la risa. En tanto que es un fenómeno sensorial, existe una estructura cerebral que se activa ante estos estímulos y provoca esta sensación.

Lo curioso de este fenómeno es que aún no se ha identificado qué estructura o estructuras se despiertan y qué otras funciones están ligadas al ASMR. Hace poco más de 3 años que se comenzó a hablar en Internet de este fenómeno: por un lado con pocos fundamentos científicos, pero por otro, con mucho contenido sobre todo aquello que lo provoca, es decir, lo que sabemos del ASMR se lo debemos a la cibercultura.

Uno de los pocos estudios científicos que se han hecho tuvo el propósito de encontrar en el ASMR un efecto terapéutico para trastornos de dolor crónico y depresión. En él se compara el ASMR con un estado mental que se alcanza en la meditación y encuentra cierto beneficio temporal en estas condiciones.

“Lo más probable es que sea parte de la experiencia humana desde hace tantos siglos como existen humanos, pero no se había hablado de ella porque se le consideraba anecdótica o poco importante”, afirma Francisco. La trivialidad que le atribuimos a este fenómeno ahora resulta irrisoria si nos detenemos a contar la cantidad de canales de YouTube dedicados exclusivamente a producir placer a través de sonidos y conductas. Según la Wikipedia, el término ASMR fue usado por primera vez el 25 de febrero de 2010 en un grupo de Facebook titulado «Autonomous Sensory Meridian Response Group» por Jennifer Allen (alias "Envelope Nomia"), creadora del grupo.

El primer video de ASMR que vi en YouTube consistía en cerca de 20 minutos de ver y escuchar cómo una persona pasa las páginas de un libro, una tras otra. Cuando escuché el sonido delicado del papel y el movimiento de los dedos al tocarlo pude sentir cómo se erguía el cabello de mi nuca, algo muy similar a emprender el viaje por un tobogán invisible que no desciende y nunca se acaba. La sensación fue muy parecida a vivir por vez primera un orgasmo, sólo que en este caso no tiene nada que ver con lo sexual. Cuando estaba tierno mi hallazgo no dejaba de hablar de él con algunos compañeros del trabajo, mi pareja, incluso le llamé a mi mamá. Una de mis compañeras de trabajo me miraba sorprendida cuando le narraba los detalles de cómo el sonido de las hojas de papel había revolucionado mi mundo. “Suena como a fetiche”, me decía.

Sin embargo, el doctor Flores afirma que:

las parafilias y fetiches son condiciones, en ocasiones patológicas, no siempre, en las que un estímulo ‘poco común’ como prendas de ropa, partes del cuerpo o situaciones específicas, despiertan excitación sexual. Por las experiencias anecdóticas que encuentro en redes sociales, los estímulos disparadores de esta sensación no suelen ser sexuales e incluso se ha criticado y descalificado la tendencia al ponerle nombres como ‘orgasmo cutáneo’ o cosas por el estilo.

El video del libro y las hojas pasando fue el principio de una obsesión. Las temáticas que se abordan como pretexto para producir estas sensaciones van desde el audio de distintas clases de papeles hasta el choque tenue y agudo de las uñas con superficies como mesas u otros objetos. También están los que se basan exclusivamente en susurros de voces delicadas y dulces: lo que digan esas voces es lo que menos importa: el YouTuber puede hablarte de por qué decidió o no cortarse las uñas el día de su entrevista de trabajo y, de igual manera, someterte a un plano de meditación tan profundo que varios hemos caído dormidos al minuto 5 de los 50 que en  ocasiones pueden llegar a durar. Son muy comunes los videos de juegos de rol, es decir, el YouTuber finge ser el doctor, la maestra, la recepcionista del hotel, el terapeuta, el maquillista, la que da los masajes o una limpieza de orejas.

Recuerdo haber visto hace tiempo El imperio de los sin sexo, un documental sobre la vida asexual de algunos jóvenes varones japoneses. Entre sus prácticas, además del consumo de porno y muñecas de plástico, estaba el acudir con mujeres que les hacían una limpieza profunda de orejas. Los chicos se recuestan de lado en su regazo y ellas pasan sus pequeños y suaves instrumentos por las cavidades. Les hablan al oído y ellos se dejan mimar durante la sesión, alrededor de 1 hora. Desde que vi el documental busqué videos de esas limpiezas de oídos sin encontrar nada que lograra provocar en mí el efecto de sólo imaginar esa sesión. Afortunadamente, cuando llegué a los videos de ASMR hallé que existía un centenar de contenidos que emulaban la limpieza de oídos a través de sonidos binaurales. La mayoría de los YouTubers de ASMR ya cuentan con un equipo de audio adecuado para proporcionar mejor el efecto a sus suscriptores. Platiqué con Susurrodelsur, una YouTuber española que comenzó su canal en diciembre de 2012. Dice que cuando padeces ASMR es realmente fácil saber qué clase de sonidos son los que hay que reproducir para que el escucha experimente la sensación de placer: “No a todos nos gustan los mismos sonidos, pero en general se sabe qué molesta y qué no, a la vez que sabes cómo debes manejar las cosas para que no hagan sonidos bruscos; el hecho de tener que soltar en una mesa un objeto delicadamente es básico, no es nada fácil realizar estos videos pese a lo que muchos puedan pensar”.

Concibo esos canales de YouTube también como ese rincón virtual en donde se acude por un mimo en una atmósfera tan maternal que es posible someterse a un trance de recogimiento y plenitud. “Es gratificante levantarme cada día y leer los muchos comentarios que me dejan diciéndome que les ayudo en etapas malas de sus vidas, que gracias a mí pueden conciliar el sueño, que les calmo su ansiedad así como muchas otras cosas”, agrega Susurrosdelsur.  

Mientras que para miles es esta una adictiva fuente todavía indescifrable de placer, para otros no supone el más mínimo gozo. De hecho hay quienes lo han nombrando “ASMR, el placer de aburrirse” y no estarían del todo errados si al aburrimiento lo asumimos como “una ventana al tiempo”, ésa de la que habla Joseph Brodsky, “se trata, en definitiva, de una ventana a la infinitud del tiempo, o, lo que es lo mismo, a nuestra propia insignificancia en él”. ¿Cuánta vida encierra todo aquello en donde aparentemente no está pasando nada? 

 

Twitter de la autora: @leeleean

© 2017 - pijamasurf.com Todos los derechos reservados