Frente al vertiginoso y descarrilado avance de la tecnología en ese tiempo, diversas voces han proclamado el fracaso de las vanguardias del siglo XX. La reproducción de la imagen llevó al cine, la fotografía y la animación a superar en difusión y en méritos innovadores a cualquier otra forma de arte. El cine se colocó como “el arte más querido por todos”, según André Bazin. La tecnología de los materiales fotosensibles propulsó la manera de ver la imagen y el sonido.
Las vanguardias artísticas del siglo XX son un punto crucial en la historia que se emparenta con vanguardias literarias, políticas y tecnológicas. ¿Pero, es verdad que fracasaron, o es que no se actualizaron a tiempo? Eric Hobsbawm advierte que “Una cámara sobre rieles puede comunicar la sensación de velocidad mejor que un lienzo futurista de Balla”. Pero en la posmodernidad el arte parece estar estrechamente asociada con diversos campos de estudio: biotecnología, física, diseño industrial e ingenierías. ¿Acaso estas nuevas relaciones interdisciplinarias son una actualización seria en la forma de percibir el arte?
Muchas son las voces que desde Hegel han vaticinado la muerte del arte, empobrecido por las dinámicas comerciales que le son agresivas, opacado por el brillo tecnológico, desconectado en muchos casos del espectador. Sin embargo, la segunda mitad del siglo XX comenzó a echar luz en el tema del arte y la tecnología, y sin lugar a dudas uno de los rebeldes que encabezaron este fenómeno fue el surcoreano Nam June Paik (1932-2006). Sus obras de videoarte, instalaciones y música fueron una inclusión revolucionaria en este campo: la relación entre los medios portátiles de video, la televisión, la tecnología satelital, la música y la electrónica.
La estatua de Paik titulada Pre-Bell-Man, que yace delante del Museum für Kommunikation en Frankfurt, es una cómica metáfora sobre el binomio arte/tecnología: el jinete es un robot geométrico compuesto de aparatos de radio y televisión, el caballo pintado de verde y pobremente enriquecido refleja un cambio en la percepción del arte. El jinete alza la mano victorioso encerrando el espíritu de la época, la visión de Paik, probablemente el primer videoartista junto con Wolf Vostell, proviene del espíritu del Fluxus y su incursión multimedia en el arte –un acto revolucionario a pesar de las premisas en contra de la revolución en el arte durante esos años.
Fluxus retoma el movimiento dadá y se inspira en la figura de John Cage; la pasión por la experimentación del compositor y sus constantes transgresiones de fronteras antes infranqueables en la música fueron un motor constante para la agrupación. Un personaje clave que influenció profundamente a Paik y sus colegas es el enigmático y elusivo Marcel Duchamp; el espíritu crítico y metairónico que caracterizó a este hábil jugador de ajedrez también impulsó a estos rebeldes a seguir su camino.
La grabación que realizó Paik en Nueva York durante la visita del papa Pablo VI en la década de 1960 encierra los paradigmas que han estado en juego en la historia del arte: lo divino, el hombre, la técnica y la tecnología. Contenidos en esa cinta están la urbe consumista cotidiana y un vertiginoso viaje hacia la posmodernidad.