A muchas manifestaciones culturales se les suele desprender de su significado social dotándolas de cualidades puramente técnicas, con la finalidad de abstraerlas a tal grado que sea posible hacer predicciones revolucionarias. La fotografía no es la excepción.
Hay quienes han anunciado que la explosión de las aplicaciones para crear fotografías desde los teléfonos inteligentes advierte sobre el crepúsculo de la fotografía contemporánea.
Sin embargo, el término crepúsculo tiene una doble acepción. La primera se refiere a la puesta del Sol, a aquello que finaliza. La segunda es el amanecer o, siguiendo con el uso metafórico, un nuevo comienzo.
La fotografía ha recorrido un largo camino desde que en 1826 Nicéphore Niépce tomó la primera foto (de aproximadamente 8 horas de exposición), la invención en 1878 del dispositivo que permitió las fotografías de alta velocidad, la primera cámara Kodak en 1888, la revolución digital en 1981 y la explosión del consumo masivo de cámaras fotográficas, hasta las 300 millones de fotos publicadas en Facebook.
Siguiendo el infográfico creado por HTC, 91% de los usuarios de los teléfonos inteligentes toman por lo menos una fotografía al mes. Compartir fotos forma parte de las actividades más comunes en las redes sociales. La aparición de aplicaciones que facilitan la adopción de filtros similares a los de las cámaras analógicas no significan la muerte de la fotografía. Quizás, solamente su reinvención.