El documental Baraka marcó a miles de personas, tanto por la belleza imponente de las imágenes de nuestro planeta como por los efectos, en muchos casos devastadores, de la civilización humana. Posteriormente el director de esta película, Ron Fricke, también director de fotografía del memorable film de time-lapses Koyaanisqatsi, regresó con una nueva película que explora con la misma grandilocuencia visual la vastedad de la Tierra.
Con Samsara (2011), Fricke retoma una óptica que lo mismo seduce al espíritu con la estética de las maravillas naturales, arquitectónicas y humanas que lo hace reflexionar sobre la encrucijada existencial, en este caso, la ilusión que representa este término en sánscrito: la rueda del nacimiento, vida, muerte y reencarnación que sólo cesa en el despertar o moksha. Una escena es particularmente significativa: en ella unos monjes budistas en Ladakh realizan un intrincado mandala de arena. Cada grano de color es cuidadosamente ordenado hasta que emerge un patrón coherente. Una vez que se concluye este arduo proceso, el brillante mandala que ha sido conformado es borrado. Esto es una poderosa metáfora de lo hermosa y efímera que es nuestra existencia. Ese mandala es Samasara, la ilusión del mundo.
Filmada en 70mm en más de 25 países por un período de 5 años, Samsara, que se estrenó en agosto, es una montaña rusa de emociones que nos transporta a camposantos, zonas de desastre, complejos industriales y maravillas naturales con una inigualable cinematografía.
A fin de cuentas, recordemos que "el masaje está en el paisaje".