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Stanford, Yale, Brown, McGill, y Berkeley en California, son algunas de las mejores universidades en Estados Unidos, así como la Universidad de Columbia Británica de Canadá, y también aquellas a las que ha asistido el originario de Quebec Guillaume Dumas, quien cuenta cómo ha sido su experiencia en el ámbito exigente, caro y aplastante de los colegios de élite más demandados de EE.UU.
Entre lecturas, seminarios y debates con profesores, también tenía que trabajar para vivir, muchas veces mesereando o haciendo tareas a sus compañeros. Algunas veces compartía gastos de un lugar donde quedarse con alguno; otras, como cuando asistió a Brown, llevaba su bolsa de dormir para quedarse en el suelo o donde alguien le diera posada. Al final de todo, nunca recibió un grado.
Muchos, como Dumas, están enojados con el sistema educativo que excluye a los que no pueden costearlo. Es una cuestión de estatus. ¿No es gratis la idea de compartir conocimiento y grandes ideas?
Observando los motivos de exclusión de estas universidades frente a la calidad o logros de sus egresados fue que a Dumas se le ocurrió la pregunta sobre ¿qué es exactamente lo que ofrece un título universitario? No hay que olvidar que más que otra cosa las universidades también son redes de amistades, contactos y relaciones que van más allá del salón de clases.
Convertido en un crítico de la educación superior en su país, decidió recorrer Estados Unidos porque le pareció interesante y divertido. De cualquier forma, si por sus padres fuera, no hubiera estudiado más allá de la preparatoria. Su mamá quería que fuera carnicero y su papá leñador en Quebec.
Después de empezar en LaSalle College en Montreal, al igual que muchos chicos de 18 años iguales que él, no sabía muy bien qué hacer de su vida, mucho menos como para escoger una carrera. Se sentía igualmente atraído por la psicología que por la filosofía o la física, aunque numerosas veces decisiones como esta cuestan, al final de todo, mucho dinero.
Dejó LaSalle, pues su indecisión le estaba costando caro y comenzó a asistir de ‘oyente’ a la Universidad McGill, y pensó: “¿por qué no lo podría hacer en otras escuelas?".
Ahorró para viajar por ambas costas de EE.UU. y pasó por Yale y Brown, después Berkeley y Stanford. No sólo se interesó por lo que pasaba en el aula sino lo que ocurre más allá, en la vida social del campus. Como era amigable y le gustaba socializar, pasaba de incógnito en las fiestas, conociendo personas.
Además, Dumas estaba fascinado por Frank Abagnale Jr., un gran falsificador, estafador y 'camaleón' que pasó por varias identidades: cirujano, abogado, piloto y agente federal. (Leonardo DiCaprio interpretó a este personaje en Catch Me if You Can (Atrápame si puedes), la cual fue estrenada 2 años antes de que Dumas comenzara la universidad).
Estos son las cinco cosas que Dumas aprendió asistiendo 4 años a las mejores universidades de Estados Unidos:
1. Algunas carreras necesitan grado, otras no.
Hay muchas empresas que piden como requisito un título; asimismo, muchos oficios como abogado o médico requieren un grado comprobable de estudios. Sin embargo, en muchas sociedades está sobrevaluado el título, y cada vez hay más jóvenes con título universitario o posgrado que están sobrecalificados para ciertos empleos. Hay muchas industrias en las que lo que importa es la producción. Hay muchos emprendedores, freelancers o técnicos que demuestran de qué son capaces más allá de si tienen título o no. Hay muchos 'desertores' de las escuelas en el mundo de la tecnología, como Steve Jobs, Bill Gates o Mark Zuckerberg.
2. Para autoemplearse o ser empresario no hay necesidad de tener un grado. Las empresas transnacionales y grandes corporaciones necesitan gente con títulos, ¿por qué?, sólo ellos lo saben.
La economía prosigue tengas título o no. Es por ello también que la fuerza de trabajo debe adaptarse a las necesidades de la sociedad actual. Hay muchas personas que llevan sus propios negocios sin necesidad de educación superior. Actualmente, en Estados Unidos 34% de la fuerza de trabajo está autoempleada, y se estima que para 2020 el número crecerá a 40%. La universidad es muy cara, pero más caro se paga no conseguir empleo después de graduarse. (Por ejemplo, Dumas se percató de que las colegiaturas y cuotas para los colegios aumentaron 1,120% desde 1978, lo que va cuatro veces más rápido que la inflación). El costo al año para asistir a una universidad llegará a 334 mil dólares para 2018. En 2008, cerca de 35% de los graduados se encontraba desempleado, para 2013 el número se incrementó a 44%.
3. Nunca pagues por entrar a una red de contactos: la amistad es gratis.
Otra de las cosas por la que mucha gente quiere entrar a las universidades más caras e importantes de Estados Unidos es porque también con ello se puede tener acceso muchas veces a una red social de intereses, a contactos con los cuales se pueden hacer grandes cosas después de graduarse. Dumas insiste que para tener toda esta red de contactos no es necesario inscribirse o pagar la cuota en las universidades, sino sólo relacionarse bien con quien se tiene interés. Para ello hay que relacionarse con gente también fuera del campus, asistir a coloquios, pláticas, conferencias, lecturas, tomándose el tiempo para conocer nuevas personas.
4. La estimulación intelectual está en todas partes.
Muchos estudiantes aman hacer ensayos, entregar reportes, opinar en clase, debatir con maestros, ayudar a investigadores. "No hay nada como la cultura universitaria", dijo Dumas, "ya que uno puede percatarse de los diferentes puntos de vista y perspectivas de nuevas ideas, lo cual es muy valioso". No obstante, esa misma estimulación que se halla en las universidades está abierta a todo público, no sólo a los inscritos que pagan la colegiatura.
5. El conocimiento es gratis y, para ser emprendedor o el genio 'innovador' de la tecnología, las artes o las empresas no es necesario un grado.
Aunque el conocimiento lo ha manejado siempre la élite y aunque ciertos grupos intenten detentar siempre el poder, mucha gente cree que para acceder al conocimiento o a la red de intereses y personas hay que endeudarse para pagar los estudios, lo cual es falso. Todos podemos contribuir en pláticas, conferencias y mesas redondas a los debates más importantes de nuestro tiempo.
Con personas que coinciden en pensamiento con Dumas comenzó una idea llamada Logomachy, quienes enfrentan los problemas de la contemporaneidad desde diferente perspectivas.
Actualmente hay infinidad de cursos en línea que llevan la experiencia del conocimiento más allá del salón de clases.
Y tú, ¿qué pasos piensas seguir ?
Al final de todo, Dumas no se ha hecho más pobre ni más rico por tener un grado, pero tampoco se ha endeudado, como muchos recién graduados. Es ahora un empresario con una empresa web llamada Datective, mediante la cual ayuda a sus clientes a conseguir pareja, creándoles un perfil en línea.
Para crear un negocio no se necesita más que suspicacia, una buena inversión, inteligencia, contactos y un poco de suerte. A ninguno de los clientes les importa si tienes un título o no para comprar tu producto, sólo buscan que lo que vendas esté bien y sea de su agrado.