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En un viaje de 3 semanas por Suecia, Angelo Valkenborg se percató de que su matrimonio había fracasado. Falló porque su esposa no manejaba bien el gusto que el tiene por vivir al aire libre. Él cayó en depresión, y al mismo tiempo las cosas en el trabajo no iban muy bien. En su blog, Angelo explicó que “estaba atorado en un sistema al que no pertenecía”. Tomó valor, vendió su casa, dejó su trabajo y hasta a su perro detrás.
Ahora su vida consiste en internarse en el inhóspito bosque siberiano, hasta volverse autosuficiente. “Es todo menos fácil”, dijo, “pero me siento feliz”. Mientras tanto ha vivido de frutas que encuentra en el bosque, de ranas y hierbas, ya que al no contar con una licencia, cualquier animal grande que cace es considerado un delito.
Valkenborg piensa pasar la próxima década viajando por Canadá, Siberia y Alaska. Es un hombre totalmente desconectado del ‘mundo moderno’, sólo mantiene lazos con esta realidad vía un smartphone, que recarga con energía solar, y un coche que deja en el camino ‘sólo para emergencias’. Con su celular escribe en su blog y sube fotos de su vida salvaje en Instagram.
Quizá Valkenborg reflexionó que el hombre siempre busca estar en el centro de todo. La naturaleza gira en torno a él. Como si fuera dueño del medio ambiente, y la tecnología y la modernidad se definieran como el control y transformación del medio para beneficio del humano. Sin embargo, a fin de cuentas el hombre es sólo una especie más de la totalidad que compone a los ecosistemas.
En videos como el siguiente, Valkenborg muestra algunas técnicas de supervivencia al tiempo que nos demuestra que la posibilidad de cambiar radicalmente nuestra realidad, por ejemplo volcándonos a la naturaleza, es algo plenamente viable.