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Hace unas semanas, el siempre controversial Templo Satánico (Satanic Temple) develó una estatua de Baphomet en la ciudad de Detroit; con un costo de 100 mil dólares, la estatua se convirtió en una atracción turística inmediata y, como suele ocurrir con las acciones del Templo (a medio camino entre el performance artístico y la provocación política), las críticas no se han hecho esperar. Lucien Greaves, uno de los cofundadores del Templo, habló con la BBC para dar a conocer el sentido que tiene para su organización dicha estatua.
"Nuestra estatua servirá como un señuelo para llamar a la compasión y la empatía entre todas las criaturas", afirma Greaves, en un sentido filosófico; en el aspecto político, servirá para "complementar y contrastar" el monumento a los Diez Mandamientos que se encuentra a casi 1,500km de distancia en el edificio del Capitolio, amparándose en las "prohibiciones inconstitucionales contra la libertad de expresión y el libre ejercicio de la religión".
Y es que Baphometh no sólo parece un Abraham Lincoln del inframundo, sino que sus entusiastas esperan que la gente "se siente en su regazo para inspirarse y contemplar", sin distinción de edades y procedencias: "La gente viajará grandes distancias para verlo", sentencia Greaves.
Es posible, sin embargo, que el escándalo de la estatua esté más relacionado a prejuicios culturales e ideológicos que a algo inherente a la figura en sí:
¿Quién es Baphometh?
El nombre aparece durante las Cruzadas, cuando la Santa Inquisición torturó a los Caballeros Templarios (presuntamente para apoderarse de sus cuantiosos botines en Tierra Santa), quienes confesaron cometer toda clase de sacrilegios, entre ellos, la adoración del ídolo Baphometh.
Se ha especulado que "Baphometh" puede ser una forma diferente de pronunciar "Mahomet", en referencia al profeta Mahoma (Muhammad o Mohammed), aunque la representación moderna proviene del Arcano XV del Tarot Raider-Waite, así como de los dibujos del ocultista Eliphas Levi de 1856, incluidos en su clásico Dogma y ritual de la alta magia. Las ilustraciones de Levi fueron la base para la estatua del Templo Satánico.
[caption id="attachment_98503" align="aligncenter" width="299"]El colapso (o la integración) de los opuestos
Para el ocultismo, las distintas encarnaciones y representaciones del Demonio ("satanas", el Enemigo) nos recuerdan el antiguo principio iniciático, presente en todas las culturas, de que "lo que es arriba es abajo". El macrocosmos y el microcosmos de los alquimistas, al igual que la fórmula mágica solve et coagula hablan de un reencuentro de lo negado, de lo censurado y lo desconocido. Los dos dedos de la mano derecha apuntando al cielo se corresponden con el gesto de la izquierda, que apunta a la tierra.
El caduceo en el vientre de Baphometh pertenece al dios griego Hermes, encargado de la comunicación, los viajes, los negocios, y que guarda por igual entre mensajeros y ladrones. Para Greaves simboliza "la reconciliación de los opuestos --tal como tener un monumento satanista en oposición a uno cristiano".
La cruz invertida y el pentagrama son algunos símbolos fácilmente reconocibles desde la cultura popular en asociación con el satanismo; representan simplemente la inversión de un punto de vista por otro. Aún faltan dos inscripciones para terminar la estatua; una en el frente dirá: "El espíritu de la compasión, la sabiduría y la justicia siempre debe prevalecer por sobre la palabra escrita o hablada", uno de los preceptos más importantes de los satanistas; en la espalda llevará una cita del poeta romántico Lord Byron, proveniente de la obra Caín, que reza: "¿Entonces quién era el Demonio? ¿Aquel que no te dejaría vivir o aquel que te haría vivir para siempre, en la gracia y poder del conocimiento?".
El tercer "cuerno" en la cabeza de Baphometh representa la antorcha del conocimiento, según la describió Levi. En otras representaciones del demonio puede llevar dicha antorcha en una de las manos. El rostro de macho cabrío también puede ser el de una bella mujer, una máscara u otro animal.
Superstición infantilizante
Los niños que flanquean la estatua pueden parecer siniestros (o incluso cómicos), pero Greaves y los satanistas esperan "que los niños vean solamente esto como una hermosa obra de arte --no hay nada de qué asustarse. Eso es lo que simbolizan los niños". Y es que para ellos, el miedo al Demonio y lo oculto forma parte de la propaganda cristiana.
[caption id="attachment_98501" align="alignright" width="158"]"No creo que los niños que se acerquen al monumento sin haber sido absorbidos previamente por la propaganda encuentren nada horrible en él", comenta Greaves, aunque admite que "no nos interesa adoctrinar a los niños", pues "en su mayor parte, los niños son forzados a entrar en las religiones. Eso es algo que definitivamente no nos interesa hacer".
Para el tarot, los seres encadenados al Demonio pueden representar las fuerzas egóticas sometidas a la voluntad del deseo (que adopta todos los nombres, formas y disfraces), así como también los lastres de los puntos de vista infantilizantes en la vida adulta, como la superstición y el narcisismo. En la versión del Tarot de Marsella, el Diablo muestra senos femeninos y un falo masculino, pues representa al hermafrodita fundamental; estos elementos fueron retirados de la estatua de Detroit, pues el Templo no deseaba verse envuelto en discusiones de género (lo cual apunta veladamente a una estrategia más bien conservadora de su parte: los satanistas no están yendo suficientemente lejos).
Sin embargo, desde una perspectiva dialógica (según el filósofo ruso Mijaíl Bajtín), este juego de oposiciones serviría para reforzar el poder del cristianismo pues, finalmente, el Baphometh de Detroit busca desestabilizar o "balancear" un monumento cristiano; llevar el juego más lejos debería incluir deidades paganas de muchas otras procedencias. Aunque parezca un juego provocativo, la estatua del Templo Satánico finamente está reforzando la dualidad cristiana, de la misma forma en que los partidos políticos estadounidenses, el demócrata y el republicano, no representan en realidad dos fuerzas políticas opuestas, sino simplemente estrategias paralelas de conservación del poder por parte de las élites. Pero eso sería materia de otro artículo.