Una de las tácticas más aguzadas del capitalismo ha sido la de convencernos de su conveniencia como el mejor de los sistemas económicos disponibles, así como convencernos de que un mundo sin él sería simplemente impensable. Sin embargo, el capitalismo y las doctrinas económicas y políticas derivadas no dependen de la fe, sino de su capacidad de resiliencia frente a nuevos modelos. Pero no hablamos de socialismo o comunismo, palabras que evocan visiones de gulags y Guerra Fría: hablamos de jardines comunitarios, de escuelas gratuitas, de Creative Commons y de la cultura del compartir: hablamos de la utopía desde lo concreto.
El economista Paul Mason ha escrito una provocadora pieza en The Guardian titulada triunfalmente "The end of capitalism has begun" ("El fin del capitalismo ha comenzado"); el texto es interesante no solo desde una perspectiva económica, sino también histórica: el rol de la máquina en la era moderna había sido el de aumentar la producción y reducir la cantidad de trabajo humano en esta, pero en la actual era de la información, el papel de la máquina ha sido el de reducir la frontera entre ocio y trabajo; la automatización en grandes sectores de la industria, por ejemplo, no es viable todavía porque millones de empleos se perderían, pero los jóvenes aceptan salarios ínfimos sin prestación social alguna solamente para pagar el costo de su smartphone. Las contradicciones del actual sistema nunca fueron más claras que después de la crisis financiera de 2008, cuando la brecha entre ricos y pobres se agrandó una vez más: los rescates financieros que hacen colapsar la economía y la "unidad" europea son testigos de ello también. Pero no todo en este panorama es desolador.
Para Mason, los últimos 25 años han sido cruciales para marcar los cambios que permiten identificar "sectores postcapitalistas" de producción que superan las barreras nacionales de la geografía política. La sobredisponibilidad de la información hace difícil que el mercado pueda procesarla; desde el punto de vista económico, Mason nos recuerda que cualquier mercado está basado en la escasez, y la información es abundante. El sistema se defiende formando monopolios a escala global que buscan seguir tratando a la información como propiedad privada, ya sea en la academia o en las industrias privadas. La privatización es la desesperación de un sistema que piensa en "mío" en lugar de "nuestro" frente "a la necesidad más básica de la humanidad, la cual es usar las ideas gratuitamente".
Un gran ejemplo de esto es Wikipedia: "el mayor producto de información en el mundo", una plataforma hecha por voluntarios (aunque cada tanto te bombardeen con banners recordándote que los voluntarios también comen), que volvió irrelevante el negocio de las enciclopedias en pocos años, y que le cuesta 3 mil millones de dólares al año a la industria de la publicidad en pérdidas. "Nuevas formas de propiedad, nuevas formas de préstamo, nuevos contratos legales: toda una nueva subcultura de negocios ha emergido en los últimos 10 años, que los medios han etiquetado como 'la economía del compartir' (sharing economy)".
La economía del compartir es una economía de la generosidad: se trata de un cambio en el paradigma corporativo y de negocios que busca repartir más que acaparar, y según Mason, puede convertirse en un verdadero contrapeso al capitalismo salvaje de la pura ganancia "si estos proyectos de micronivel son nutridos, promovidos y protegidos en lo que hacen los gobiernos".
Pero copiar y pegar un modelo económico no hará que el anterior palidezca y muera tan fácilmente. El mundo sigue funcionando de la misma forma: si necesitas un préstamo probablemente acudas a un banco y no a una cooperativa regional; si quieres estudiar a Shakespeare entrarás en una universidad que certificará tu conocimiento, pero tanto los bancos como las universidades son sistemas de administración de deudas económicas y simbólicas que se saldan únicamente a través del trabajo semiesclavizado. Lo que la era de la información puede enseñarnos en un sentido económico es que las ideas sobre el mundo en serio tienen impacto en las relaciones de la gente: una economía basada en la generosidad en lugar de la precariedad funcionaría como un contrapeso, primero, y luego como una alternativa viable y democrática al capitalismo actual. Como nos recuerda Mason:
La información es abundante. Los bienes de la información son reproducibles gratuitamente. Una vez que algo existe, puede ser copiado/pegado infinitamente. Un track de música o una base de datos gigantesca utilizada para construir un avión tienen costos de producción; pero sus costos de reproducción tienden a cero. Por lo tanto, si el mecanismo normal de precio del capitalismo perdura en el tiempo, su precio tenderá a cero también.