La crisis de la deuda soberana en Grecia ha llegado a su más álgido punto luego de que este país no lograra pagar este pasado 30 de enero 1.6 mil millones de euros al Fondo Internacional Monetario, una cifra que aunque parece enorme, de pagarse, de todas formas no acabaría con el problema, puesto que Grecia acumula numerosas deudas a otras instituciones bancarias.
El domingo 5 de julio se realizará un referéndum en el que el pueblo griego decidirá si acepta o no las nuevas condiciones para el rescate financiero que ha fijado la Unión Europea. El primer ministro Alexis Tsipras ha llamado a los electores a negarse a aceptar las condiciones de la eurozona y no ceder a la política del miedo y el chantaje que se ha venido manejado. Agregó que un reciente reporte del FMI muestra que la deuda simplemente es insostenible. La troika, que representa a Europa en sus relaciones con Grecia, ha cerrado los bancos y realizado diferentes acciones, posiblemente con el fin de manipular el resultado de las elecciones.
Se teme que una negativa podría marginar a Grecia de la eurozona y colocarla en una situación de castigo financiero sin liquidez alguna. Algo que, por otra parte, podría tener un efecto dominó sobre el castillo de naipes de la economía global. Sin embargo, algunas voces conciliadoras han salido al quite. Jeffrey Sachs, de la Universidad de Columbia, sugiere que Grecia debe votar "NO" pero mantenerse en la eurozona y su deuda debe de ser seriamente disminuida. La colisión entre la realidad económica griega y la política de alta presión de los acreedores alemanes debe ser sorteada por la razón y el entendimiento, especialmente ya que las duras políticas de los acreedores fueron lo que llevaron a Grecia a este estado de insolvencia.
En un artículo en The Guardian, el economista Joseph Stiglitz explica por qué él también votaría "NO". Stiglitz cree que en realidad, el asunto de fondo aquí no es financiero sino ideológico y político. Las demandas de la troika han sido poco menos que despiadadas y ciertamente implausibles, sometiendo a Grecia a una especie de esclavitud a través de la deuda. La situación es un tanto absurda, ya que el dinero prestado ni siquiera ha llegado al pueblo griego. “Se ha ido a pagar a los acreedores del sector privado –incluyendo bancos alemanes y franceses. Grecia ha recibido una miseria, pero ha pagado un alto precio para preservar el sistema bancario de estos países. "El FMI y otros acreedores 'oficiales' no necesitan el dinero que demandan. Bajo su modo de operación de negocios, el dinero recibido de todas maneras seguramente sería prestado otra vez a Grecia”. Esta es la lógica perversa del capitalismo neoliberal: el dinero con el que el país pagaría su deuda le sería prestado otra vez, en una especie de círculo infernalmente repetido.
Stiglitz agrega que: "No se trata del dinero. Se trata de usar ultimátums para forzar a Grecia a someterse y aceptar lo inaceptable --no solo medidas de austeridad, también otras políticas punitivas y regresivas". La razón por la que la Unión Europea porfía en esto tiene que ver, cree Stiglitz, con que el gobierno griego ha querido darle al pueblo una oportunidad de manifestar su opinión sobre la política económica y "la preocupación por la legitimidad popular es incompatible con la política de la eurozona, la cual nunca ha sido muy democrática. La mayoría de sus miembros no buscaron la aprobación de sus pueblos en su decisión de relegar la soberanía monetaria al Banco Central Europeo". Suecia sí advirtió que si el Banco Central Europeo fijaba la política financiera, la economía sufriría y aumentaría el desempleo ya que "el modelo subyacente de la eurozona fue predicado conforme a relaciones de poder que no toman en cuenta el bienestar de los trabajadores".
El premier Alexis Tsipras y su gobierno de izquierda se han vuelto incómodos, puesto que "es inconveniente tener en Grecia un gobierno que se opone a los tipos de políticas que han hecho tanto para incrementar la desigualdad en tantos países desarrollados y que está tan comprometido con mitigar el incontenible poder de la riqueza".
Pese a que la situación no es de ninguna forma alentadora, Stiglitz cree que Grecia tiene la oportunidad de decir "NO" y forjar su propio destino, quizás apoyarse en su gran tradición democrática. Y aunque podrá no ser tan próspero en sus inicios, estará libre de las torturas de la política europea, no solo financieras sino también ideológicas. Grecia podría ser el país que forje de nuevo el camino hacia un modelo distinto --no sin sufrir por ello. Hay veces que el colapso es necesario y moralmente la mejor decisión.